jueves, 14 de enero de 2016

ATMAN: EL RECUERDO SUBLIME



ATMAN: EL RECUERDO SUBLIME

Frithjof Schuon


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GANESHA RECUERDO SUBLIME


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Un extracto del capítulo IV de la obra
 “Perspectivas espirituales y hechos humanos”

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Atman es pura Luz y Beatitud, pura «Conciencia», puro «Sujeto» (*). No hay nada que no esté en relación con esta Realidad; incluso el «objeto» menos conforme a ella es todavía ella, pero «objetivada» por Maya, el poder de ilusión consecutivo a la infinitud del Sí. Esta es la definición misma de la objetivación universal. Pero todavía hay que distinguir en ella dos modos fundamentales -uno «subjetivo» y el otro «objetivo»-, el primero de los cuales es el siguiente: entre el objeto como tal y el Sujeto puro e infinito se sitúa en cierto modo el Sujeto objetivado, es decir, el acto cognitivo que devuelve el objeto bruto, por análisis y por síntesis, al Sujeto. Esta función objetivadora (en relación con el Sujeto, que entonces se proyecta, por decirlo así, en el plano objetivo) o subjetivadora (en relación con el objeto, que es integrado en lo subjetivo y devuelto así al Sujeto divino) es el espíritu conocedor o discernidor, la inteligencia manifestada, la conciencia relativa, luego susceptible de ser a su vez objeto de conocimiento. El otro modo fundamental de la objetivación puede describirse así: para realizar el Sujeto, que es Sat (Ser), Chit (Conocimiento o Conciencia) y Ananda (Beatitud), hay que saber que los objetos están sobreimpuestos al Sujeto y hay que concentrar la mente solamente en el Sujeto. Entre el mundo objetivo, que se identifica entonces con la «ignorancia» (avidya), y el Sujeto, el Sí (Atman), se interpone una objetivación del sujeto. Esta objetivación es directa y central: es la revelación, la verdad, la gracia, y por tanto también el avatara, el gurú, la doctrina, el método, el mantra. Así, la fórmula sagrada, el mantra, simboliza y encarna al Sujeto objetivándolo; y, al cubrir, o, más bien, al «reemplazar», al mundo objetivo, pozo de ignorancia, el mantra devuelve al Sujeto puro el espíritu perdido en el laberinto de la objetivación. Por eso, en las tradiciones más diversas, el mantra y su práctica, el japa, se llaman «recuerdo»: con la ayuda del símbolo, del nombre divino, el espíritu extraviado o separado «Se acuerda» de que él es pura «Conciencia», puro «Sujeto», puro «Sí». [...]

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Nota:
(*) La noción de «sujeto», lejos de ser sólo psicológica, es ante todo lógica y principial y, por consiguiente, no puede limitarse a ningún orden panicular. La subjetividad evidente de las facultades de sensación demuestra ya que la pareja sujeto-objeto no pertenece solamente a la esfera de la psicología. Con mayor razón, nociones metafísicas como, en el Vedanta, el «Testigo» (Sakshi) o, en el Sufismo, el «Conocedor» (Al-Aqil, con su complemento Al-Ma'qul, el «Conocido»), o también la «Subjetividad divina» (Anniyah, con su complemento Huwiyah, la «Objetividad divina»), no tienen nada que ver con la psicología.


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