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lunes, 30 de septiembre de 2024

APAROKSHA ANUBHUTI - El conocimiento directo de Brahman según Shankara

 


APAROKSHA ANUBHUTI

El Conocimiento directo de Brahman segun Shankara

(Con los Comentarios sapienciales de Swami Paramarthananda)


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(Roberto Mallón Fedriani - Ediciones Ví Directa, 2024)


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El texto que presentamos a continuación es un clásico del Vedanta Advaita inédito hasta la fecha en castellano. Incluye el propio texto original con los versos (ślokas) de Adi Shankara, seguido de los comentarios sapienciales de Swami Paramartnananda obtenidos en una serie de charlas impartidas por él mismo en el Ashram de Arsha Vidya en Chennai. Para ello, hemos intentado ser lo más fieles posble a los mensajes originales, procurando además adecuarlos a un lenguaje que fuese lo más accesible posible a un lector occidental de lengua hispana. Además, para aquellos que no estén familiarizados con el Vedanta Advaita, hemos añadido, allí donde hemos visto necesario, múltiples notas aclaratorias que ayuden a avanzar en la lectura al encontrar algun término o concepto de difícil comprensión.

“Aparoksha Anubhuti”, que literalmente significa “Experiencia Directa e Inmediata”, es un texto clásico de Advaita Vedanta escrito por el gran filósofo Adi Shankara. El tema principal del texto es la naturaleza de Atman (el Sí mismo) y su identidad con Brahman (la realidad última y no dual). Adi Shankara expone métodos y prácticas para trascender el conocimiento indirecto (paroksha jñana) y alcanzar el conocimiento directo (aparoksha anubhuti) de la verdad no dual.

El propósito del "Aparoksha Anubhuti" es guiar al buscador hacia la realización de su verdadera naturaleza como Atman, la cual es idéntica a Brahman. Este conocimiento no es simplemente teórico, sino que busca proporcionar una experiencia directa y transformadora. La meta última es alcanzar la liberación (moksha) del ciclo de nacimiento y muerte (samsara), logrando la unidad con la realidad suprema y experimentando una paz y dicha permanentes.

El texto está destinado a aquellos que poseen las cualidades necesarias para el estudio del Vedanta, conocidas como Sadhana Chatushtaya: 1) Viveka (Discernimiento): La capacidad de distinguir entre lo real (Brahman) y lo irreal (el mundo fenoménico). 2) Vairagya (Desapego): Un desapego profundo y genuino de los placeres mundanos y los objetos transitorios. 3) Shatsampat (Las Seis Virtudes): la calma mental (shama), el control de los sentidos (dama), el desapego del mundo externo (uparati), la tolerancia (titiksha), la fe (shraddha) y la concentración (samadhana). 4) Mumukshutva (Anhelo de Liberación): Un deseo ardiente y sincero de alcanzar la liberación. Estas cualidades aseguran que el estudiante esté preparado tanto intelectualmente como espiritualmente para recibir y comprender la enseñanza profunda del texto.

"Aparoksha Anubhuti" se conecta intrínsecamente con las Upanishad, la Bhagavad Gita y los Brahma Sutras, que son los textos fundamentales del Vedanta. Adi Shankara, a través de este texto, refuerza las enseñanzas no-dualistas (Advaita) presentes en estos escritos clásicos. La obra actúa como un manual práctico que complementa y clarifica las doctrinas presentadas en las escrituras principales, proporcionando un puente entre la teoría y la práctica.

El conocimiento en "Aparoksha Anubhuti" se deriva principalmente de las escrituras (shruti), que incluyen los Vedas y Upanishad, así como de la razón y la experiencia directa. Adi Shankara utiliza los pramana (medios de conocimiento) para guiar al estudiante hacia una comprensión directa, más allá de la mera comprensión intelectual, alcanzando así una realización experiencial de la verdad no dual.

Como Anexo hemos creido conveniente incluir un texto del Padre Vineeth que ayudará bastante a conciliar diversos conceptos del Cristianismo con la metafísica vedántica que aquí se expone.

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miércoles, 11 de septiembre de 2019

EL CAMINO DEL VEDANTA SEGÚN SHANKARA





El camino del Vedanta según Shankara


~ Sadhana Panchakam ~


Roberto Mallón Fedriani



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Introducción al Comentario de  Sri Ramakrishnan Dravidacharya sobre el  poema de Shankaracharya titulado “Sadhana Panchakam”; de reciente publicación en ‘Ediciones Vía Directa’.

 https://edicionesvia.com/index.php/product/sadhana-panchakam/



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Este poema es uno de los tratados más breves y sintéticos de Shankaracharya. En él muestra el camino, la vía que han de seguir todos los estudiantes del Vedanta Advaita; algo que en los últimos tiempos las corrientes “neo-Advaita” dominantes obvian con demasiada frecuencia, cometiendo -a nuestro entender- una sobresimplificación metodológica, y generando con ello, entre los buscadores sinceros, confusiones e ilusiones de realización de la “no-dualidad” que en ocasiones llegan a lindar con lo psicopatológico.

Como es sabido, Shankaracharya escribió múltiples comentarios a las Escrituras Sagradas védicas o shastras (Upanishad, Bhagavad Gita, Brahmasutras), así como himnos, poemas, y diversos tratados o prakaranas en donde expone con plena libertad la doctrina Vedanta Advaita.

En Sadhana Panchakam nos encontramos con unas sencillas cinco estrofas de cuatro versos cada una que conducen por el camino de la perfección hacia la liberación o moksha; liberación que, en última instancia, y sea cual sea el recorrido seguido, solo puede darse por medio del conocimiento y asimilación de la identidad entre el Sí Mismo inmanente (Atman) y el Sí Mismo trascendente (Brahman). Esta liberación o moksha constituye el objetivo supremo de la vida del ser humano. Según el hinduismo, hay cuatro tipos de cosas que los seres desean y tienen como meta en la vida (purushartas): dharma (virtud-vicio), artha (riquezas), kama (pasión) y moksha (liberación). Siendo todos ellos lícitos de conformidad con el estado de desarrollo espiritual en el que cada ser humano se encuentre, moksha es el supremo, tras el cual “ya no queda otra cosa que hacer”.

Como decía Swami Chinmayananda, Shankara expone en este texto la totalidad de la práctica (sadhana) vedántica. El ritualismo es una disciplina válida únicamente en el campo de la dualidad (dvaita), pero en el advaita no puede haber práctica en forma de adoración, invocación, o sacrificios. No obstante, a aquellos estudiosos que aún están ‘enredados’ con su compuesto cuerpo-mente, y que aún se encuentran al nivel de la identificación con la idea de ‘ego’, se les debe mostrar el camino por el cual hacer brotar la visión que va más allá de la multiplicidad y que conduce al Sí Mismo, Uno-sin-segundo. Esto es lo que hace aquí Shankara en muy pocas palabras.

Se cuenta que al final de su breve vida (32 años), cuando Shankara se disponía a abandonar este mundo, sus discípulos le pidieron que escribiese un breve poema que resumiese el camino espiritual. A raíz de ello, Shankara redactó este Sadhana Panchakam. El poema está estructurado en cinco estrofas de cuatro versos cada una, y cada verso contiene dos instrucciones (upadeshas) para el camino espiritual vedántico. Todo ello hace un total de cuarenta instrucciones que, aun siendo breves, contienen los consejos más valiosos. Son escasos los comentarios escritos que se conserven sobre este poema, y ninguno en castellano hasta la fecha.

Las instrucciones que nos ofrece Shankara no están expuestas de forma azarosa, sino que constituyen la secuencia en la que, en principio y de forma general, deben ser practicadas. De ahí que este texto sea también llamado a veces Sopana Arohana Nyaya, o “El ascenso lógico por la escalera del sadhana”.

Las cuarenta instrucciones cabe enfocarlas desde la perspectiva tradicional hindú de los estadios de la vida, o Ashrama Dharma, y también como el proceso que implica el Jñana Yoga o vía de Realización por el Conocimiento, más allá de las fases cronológicas naturales del desarrollo vital. Uno y otro punto de vista se conjugan entre sí en base a la clave fundamental del camino, que no es otra que el grado de desapego (vairagya) que se posee o se ha desarrollado respecto a “los objetos del mundo”, incluido el propio complejo cuerpo-mente sobre el que se construye la idea de un “yo” permanente o ego. En una sociedad tradicional, como era la India de los tiempos de Shankaracharya, las distintas fases de la vida constituían un progresivo apartamiento del mundo, partiendo de las primeras etapas de la juventud, pasando por la vida de adulto integrado en el mundo, hasta la renuncia completa o sanyasa propia de la senectud. Algo muy lejano de los valores que se promueven en estos tiempos, no solo en las “sociedades occidentales” (y occidentalizadas), sino incluso también hoy en día en la propia India más tradicional, la cuna de la cultura védica, en donde la penetración de los ideales occidentales está ya muy extendida entre las últimas generaciones.


Sobre las prescripciones védicas y las etapas de la vida (ashramas)

Se puede decir que este poema de Shankaracharya tiene dos objetivos: 1)ndescubrir cuál es la meta principal del ser humano, y 2) después mostrarnos los medios para la consecución de la misma. Se expone un esquema de vida que no es invención de Shankara, no es nada nuevo, sino que es el diseño original expuesto en los Vedas y en general en los Shastras o Escrituras Sagradas de la India. La originalidad de Shankara consiste en la síntesis que hace.

La doctrina védica se apoya en el sistema de castas (varna) y en el de las etapas de la vida (ashramas). La categorización de los tipos humanos según su varna significa dividir la sociedad en cuatro grandes grupos: brahmana, kshatriya, vaishya y sudra. Esta división utiliza como criterio último la vocación o el rol a desarrollar en la sociedad; la contribución que cada uno puede hacer en ella; la profesión, en términos más profanos. Este sistema de castas obedece a principios naturales y metafísicos, si bien tiende a verse en estos tiempos como una forma de discriminación social gobernada por instancias superiores del poder. Hoy en día este sistema ya no está vigente formalmente en la sociedad de la India. El otro esquema védico es el de las etapas de la vida (ashramas), siendo su objetivo el mantenimiento de la armonía y el crecimiento individual. Tradicionalmente hablando, si varna se focaliza en lo social, ashrama lo hace en lo individual.

En este trabajo Shankara se centra principalmente en el ashrama, en las etapas por las que pasa el ser humano en este mundo. Shankara parte del supuesto (mejor sería decir, de la “verdad”) de que el individuo humano tiene un propósito en la vida: la realización espiritual. Los ashramas son los siguientes: brahmacharya (estudiante), grhashta (cabeza de familia), vanaprastha (eremita o anacoreta), y sannyasa (renunciante o monje). Este esquema también ha desaparecido casi por completo hoy en día. No obstante, aun cuando se haya abandonado formalmente, sigue siendo cierto que todo ser humano deberá atravesar estos estadios, al menos interna o mentalmente, si quiere descubrir el objetivo último y supremo de su vida.

Las Escrituras védicas establecen una serie de disciplinas que tienen un carácter universal, y que trascienden varna, ashrama, nacionalidad, e incluso la religión que se practique. Estas disciplinas universales son el llamado samanya dharma. Se pueden clasificar ampliamente en dos: las que implican evitar algo, y las que implican hacer algo. Cada una de ellas se subdivide en cinco.

Entre aquello que hay que evitar hacer (Yama, o Nvritti) encontramos:

1. Ahimsa: la no violencia; no hacer daño a otros, ni de pensamiento, ni de palabra ni de obra.
2. Satyam: no mentir; no decir falsedades. En la tesitura de hacer daño a los demás por medio de la declaración de la verdad es mejor guardar silencio.
3. Asteyam. No poseer riquezas obtenidas ilegítimamente. No robar.
4. Brahmacharyam.  Evitar relaciones ilegitimas con el sexo opuesto.
5. Aparigraha. Evitar la posesión de un exceso de riquezas, aun cuando sean legítimamente obtenidas.

Entre lo que hay que procurar hacer (Niyama or Pravritti) se encuentra:

1. Shaucham. Pureza. Buscar la pureza física y mental.
2. Santosha. Desarrollar un sentido de resignación, aceptación, y conformidad con todo lo que acontece.
3. Swadiaya. Estudio de las Escrituras. Tanto si se alcanza a comprender todo su significado como si no, se trata de una disciplina positiva.
4. Tapas. Negación de uno mismo. Evitar la esclavitud de los sentidos. Decirle ‘no’ a esos órganos de forma regular de modo que sea uno quien los controle y no al revés.
5. Ishvarapranidanam. Adoración del Señor, de la Deidad Suprema.


Hasta aquí los samanya dharmas u obligaciones universales que se han de cumplir independientemente de varna y ashrama.

Adicionalmente, en los Vedas se habla de los vishesha dharmas, esto es, aquellas obligaciones que deben seguir determinados grupos sociales, en función del varna ("casta" o tipo humano) al que se pertenece y el ashrama (etapa vital) por la que se va pasando a lo largo de la vida. También se les llama swadharma, o dharma basado en el propio varna y ashrama.  En este texto Shankara no habla de los anteriores -de los samanya dharma o pincipios universales de conducta- pues da por hecho que se están cumpliendo, sino que se centra precisamente en la descripción de estos vishesha dharmas (si bien, más concretamente en los ashramas, dejando a un lado los matices asociados con la casta o varna) pues para Shankara, la persona que sigue los estadios de cada ashrama, sigue el camino correcto. Y en la estructura de estas etapas es en lo que se basa principalmente en este texto.

El primer estadio de ashrama es el estudio de los Vedas. El rango aproximado de edad va tradicionalmente desde los ocho hasta los veinte o veinticinco años. Es la época de estudiante. Allí se aprende qué debe hacer un estudiante y qué no: los viddhi y los nisheda. Lo mismo para los demás ashramas. Cuando se han completado estos estudios se puede hablar propiamente de ‘estudiante de las escrituras’ o brahmachary. También se les llama brahmachary a los solteros, pero esto es de manera más general. Este es el primer estadio.

El segundo estadio es grhashta ashrama. Entre los veinticinco y los cincuenta y cinco años de edad, o hasta que los hijos se hayan independizado. Es la vida activa según está prescrita a su varna o casta. Esto es karma yoga. Se aplica la sección de los Vedas dedicadas a las acciones: el karmakhanda. La persona que sigue esto adquiere pureza mental (chittasudhi o antakaranahsudhi), con lo que se libera de las trampas de los deseos y las aversiones, ya que es debido a esto por lo que la persona se ve perturbada. El apartamiento de ello se expresa en ecuanimidad de la mente.

El tercer estadio es el de vanaprastha. Desde los cincuenta y cinco años aproximadamente hasta los setenta o setenta y cinco. En esta época de la vida las actividades extrovertidas físicas se reducen, y las disciplinas mentales se incrementan en forma de upasanas o de meditaciones. Hay varios tipos de ejercicios mentales. Esto se ve en la segunda parte de los Vedas, Upasanakhanda. Al apartarse de las actividades, se puede optar por abandonar la casa, o bien vivir una vida más simple en el propio domicilio -casi como si se fuese un invitado- sin interferir en los asuntos de familia. Se trata de una vida más tranquila dedicada a la concentración (chittaekagrata).

Finalmente viene el sanyasa ashrama. A partir de los setenta y cinco años. Aquí la persona está libre de todas las dependencias psicológicas. Renuncia a ellas; se deshace de dependencias como la de ‘vivir en esta casa’, ‘estar con mi familia’, etc. Se abandona todo apego psicológico. Si esto se hace físicamente se es un ‘sanyasi externo’. Si se hace interiormente se es un ‘sanyasi interno’. Es aquí cuando tradicionalmente tiene lugar, tradicionalmente y conforme a las edades cronológicas naturales, la disciplina final: jñana yoga, la búsqueda del conocimiento espiritual. Se corresponde con la sección de los Vedas llamada Jñanakhanda. La persona se hace una jñani, un sabio, un Jivanmukta, aquel que ha descubierto la liberación interior.

Shankara nos habla de estos cuatro estadios en este libro.


La vía del conocimiento (jñana) y las formas de renuncia

El paralelismo entre la forma tradicional de despliegue vital expuesta en este poema de Shankara, y la vía del conocimiento o jñana, se basa en que en el ‘buscador’ este desapego se va desarrollando progresivamente a medida que se avanza en el conocimiento de la doctrina vedántica. La diferencia radica en que el “salto”, por decirlo así, hacia la búsqueda del conocimiento último y la evitación del sufrimiento puede producirse en cualquier momento del despliegue vital, en cualquier fase de la vida, sin necesidad de alcanzar edades avanzadas, con lo que el viaje espiritual del buscador no necesariamente ha de atravesar cronológicamente todos los estadios naturales o dharmicos de la existencia humana para, llegado el momento, alcanzar la identidad Atman-Brahman final. A este respecto son conocidos los votos de renunciante ya desde la primera etapa de estudiante o brahmachary. No obstante, mientras se permanece en la fase de “buscador” es prescriptivo cumplir con las obligaciones dharmicas indicadas para el propio varna (tipo humano) y ashrama (etapa vital), sin que ello sea óbice para ir asimilando progresivamente la doctrina. Esta búsqueda y asimilación del conocimiento vedántico es incluso posible (y quizás en estos días necesario) compaginarla con la renuncia al mundo, por medio del desarrollo progresivo de un desapego estrictamente interior que parte de la práctica del karma-yoga u ofrecimiento de todas las acciones a Dios (Ishvara), el desinterés por las recompensas o resultados que se puedan derivar de las propias acciones, y en definitiva, de la toma de conciencia de la ilusoriedad del agente de la acción o karta; de la idea de un ‘ego’ (ahamkara) que, debido a la ignorancia (avidya), persiste en atribuirse a sí mismo una realidad y permanencia de la que realmente carece; se dé cuenta de ello o no.

Conviene recordar aquí, aunque sea sucintamente, el ‘camino vedántico’ tradicional de realización, o jñana marga:

1. Ejecución de las acciones propias u obligaciones (dharma) conforme a la casta (varna) o tipo de inclinación natural humana y conforme a las etapas de la vida (ashrama). Ello implica también la ejecución de las acciones de adoración y devoción (upasana) propias de aquel que aún vive en la dualidad y que están prescritas en las Escrituras Sagradas.
2. Karma-yoga, u abandono del interés por los resultados que se pueden derivar de las propias acciones; no de la perfección de la acción misma, que no se debe perder de vista, sino de las recompensas que las acciones pueden traer para el individuo o 'agente'. Para ello es fundamental adoptar la actitud de ofrecimiento de las propias acciones a Dios Creador (Ishvara), dueño y Señor de todo lo que ocurre en el universo manifestado.
3. Por medio del karma-yoga se logra purificar progresivamente la mente y se va desarrollando el desapego (vairagya) respecto a los objetos mundanos.
4. Determinación firme de renunciar formal y exteriormente (bahya sanyasa) al mundo en pos de la adquisición del conocimiento de Brahman. Es el también llamado Vivididsa Sanyasa o “renuncia del buscador”.
5. Búsqueda de un maestro viviente y comienzo del proceso de escucha (sravana), reflexión (manana), y asimilación (nididhyasana) de las enseñanzas vedánticas.
6.  Obtención del Conocimiento indirecto (paroksha) de Brahman.
7. Renuncia exterior y completa al mundo (vidvat sanyasa) y persistencia en la asimilación (nidhidhyasana) hasta alcanzar el conocimiento directo de Brahman (aparoksha) y el establecimiento permanente de la conciencia en el estado de identidad Atman-Brahman.
8.  Liberación en Vida (Jivanmukti).


Según este esquema, vemos en el punto cuatro que Shankara presupone una renuncia formal y exterior al mundo antes de entrar en el estudio y asimilación del Conocimiento de Brahman con la ayuda de un maestro cualificado. Es el Bahya Sanyasa o renuncia exterior. Sin embargo, en la Bhagavad Gita, Krishna expone la posibilidad de la renuncia, aun permaneciendo inserto en el mundo de la acción (siempre conforme al propio dharma), de modo que dicha renuncia sería también posible para aquel que se encuentra en la fase natural de “cabeza de familia” o grhashta, la de mayor inmersión en los asuntos mundanos. Este es el llamado Antara Sanyasa o ‘renuncia interior’, y posiblemente sea el único camino que aún queda al alcance para la mayoría de los buscadores de hoy en día; ello incluso habiendo superado la fase natural de “cabeza de familia”, y encontrándose en edades avanzadas, más propicias en otros tiempos para la vida de apartamiento social. Esta renuncia interior o Antara Sanyasa implica que el grhashta, ante la “llamada” del Conocimiento, y aun sin abandonar las obligaciones propias de su estado, puede y debe acudir (buscar) a un maestro cualificado que lo acepte como discípulo a fin de obtener sus enseñanzas, y paralelamente ir desarrollando el desapego interior necesario para la consecución del objetivo final. Respecto a esta posibilidad, aun hoy en día existen opiniones diversas entre acharyas. Para los partidarios de la necesidad de la renuncia exterior, un rey como el védico Janaka -modelo donde los haya de la renuncia interior del grhashta y del logro simultáneo del Conocimiento- habría llevado adelante una renuncia exterior en existencias anteriores, solo que por causa de determinadas tendencias a la acción (vasanas), se habría visto de nuevo envuelto en un ‘compromiso existencial’ exterior para acabar con ellas sin tener otro remedio que adoptar la renuncia interior. Se quiera explicar de un modo u otro, lo cierto es que la renuncia interior es una vía reconocida tradicionalmente, y en cualquier caso siempre será necesaria de uno u otro modo, ya que de nada sirve la adopción de ‘medidas exteriores’ si su esencia no se haya en el corazón del buscador.  Swami Paramarthananda explica de manera muy concisa que este Antara Sanyasa o renuncia interior implica básicamente tres cosas:

1) Renunciar al sentido de propiedad, sea de cosas materiales o de seres queridos.  Esto incluye la renuncia al deseo de poseer el control total sobre los acontecimientos exteriores. El grhashta debe cumplir con las demandas y obligaciones mundanas, tanto materiales como afectivas, pero debe verse a sí mismo solamente como como custodio temporal de lo que Dios le otorga, y como un instrumento en manos de la voluntad de Dios que ha de cumplir Sus designios.  Esto se denomina Sarva Abhimana Parityagaha.
2) Renunciar a la ansiedad, la angustia y la preocupación por las cosas exteriores, sean posesiones materiales o acontecimientos no deseados. Se trata de Sarva Chinta Parityagaha.
3) Renunciar a las plegarias u actos religiosos de carácter peticionario en favor de todo lo propio o de la ocurrencia o no ocurrencia de determinados acontecimientos personales. Es  Sarva Vishesha Prarthana Parityagaha.


En definitiva, el sentimiento de propiedad y de control sobre los acontecimientos -lo que se conoce como abhimana, 'yo, y lo mío'-, es la raíz de toda la esclavitud humana, y por consiguiente su supresión progresiva y el consecuente desarrollo del desapego interior, es lo que constituye la base de la ecuanimidad y pureza mental necesarias para la búsqueda y asimilación adecuada del Conocimiento, a través del maestro, y para la eventual realización o liberación efectiva. Decía Swami Paramarthananda que no hace falta estar físicamente en un ‘convento’ (ashram); tampoco estar casado o ser un cabeza de familia, ni ser vanaprashta exteriormente, ni incluso tomar exteriormente sanyasa, sino que el proceso se puede llevar adelante mentalmente hasta alcanzar la Liberación.

Shankaracharya va exponiendo escueta y sintéticamente, en un lacónico  estilo  upanishádico, las fases de este proceso, se mire desde el punto de vista del camino del jñani, como desde el punto de vista del desarrollo de las etapas vitales en una sociedad tradicional. Ambas cosas, en última instancia, conducen, bajo las condiciones adecuadas, hacia el mismo objetivo. El texto cabe adaptarlo a todo tipo de aspirantes con aptitudes distintas, de modo que se habrá debido completar una instrucción antes de proceder a la siguiente. De esta forma se evitan dificultades en el camino, y se posee una guía para no dar el siguiente paso sin antes haber completado el anterior.



Las upadeshas y sus correspondencias

Por lo que se refiere al proceso implicado en el camino del jñani, la correspondencia general con las cuarenta instrucciones que contiene en total el poema es la siguiente:
    

Upadeshas

1 a 5 Acción y Karma-Yoga

6 a 8 Desapasionamiento

9 a 11 Cultivo de actitudes favorables

12 Renuncia (sanyasa)

13 a 15 Vida con el gurú o maestro

16 La escucha (sravana)

17 a 20 La reflexión (manana)

21 a 23 La meditación y asimilación (nididhyasana)

24 a 33 Actitudes a adoptar en la vida

34 a 40 Objetivos de nididhyasana

Si nos enfocamos en la correspondencia entre las instrucciones espirituales contenidas en el poema y los estadios de la vida (ashramas) según el orden tradicional, tenemos el siguiente esquema:

Upadeshas 1 a 4      Vida como Brahmachary

Upadeshas 5 a 8      Vida como Grhahshta

Upadeshas 9 a 12    Vida como Vanaprastha

A partir de aquí, los versos 13 a 40 se centran en las etapas de aquel que se ha visto llamado a entrar en el camino del conocimiento (jñana marga) y de la renuncia progresiva a los frutos de las acciones. Se pueden subdividir según el siguiente esquema:

Upadeshas 13 a 14
Primera fase. Es el momento de aproximarse a un maestro debidamente cualificado y solicitar el Conocimiento de Brahman. Se continúa desarrollando Karma Yoga.

Upadeshas 15 a 16
Segunda fase. Una vez aceptado por el maestro, comienza la escucha (sravana) de las Escrituras sagradas. Simultáneamente, y de cara a comenzar a adquirir la debida pureza mental y desapasionamiento hacia los objetos exteriores, pueden ser recomendables distintas formas devocionales (upasana) hacia la deidad en cualquiera de sus formas (bhakti yoga), pero en especial suele prescribirse la recitación del mantra otorgado por el gurú al aspirante en función de su estado espiritual.

Upadeshas 17 a 20
Tercera fase. Es el momento de la reflexión (manana) y la indagación en el significado de las Escrituras y enseñanzas del maestro. Es aquí donde comienza propiamente el Jñana Yoga y en donde se adquiere un conocimiento cada vez más firme y libre de las distintas dudas y contradicciones que surgen, debidas no solo a los obstáculos propios que esta comprensión conlleva en sí misma, sino a los prejuicios e influencias procedentes de patrones de creencias y de pensamiento derivados de factores socio-culturales y sistemas filosóficos-interpretativos de la realidad adquiridos con anterioridad, o p revalentes en el lugar y momento histórico en el que se vive, y que se oponen a la Verdad Última.

Upadeshas 21 a 24
Cuarta fase. Es la fase de meditación o asimilación en el corazón de las enseñanzas (nididhyasana). A través de la negación de los distintos vasanas o tendencias latentes derivadas del propio karma anterior –tendencias que persisten en la consciencia y en la subconsciencia del buscador reiterando la falsa identificación con el ego y sus banalidades mundanas– el buscador va morando intermitentemente en el Sí Mismo (Atman).

Upadeshas 25 a 32
Quinta fase. Estos versos se dirigen a facilitar la práctica de nididhyasana. Se trata de consejos muy generales. Swami Vidyaranya habla más específicamente de ello en su texto “Tratado sobre la Liberación en vida”.[1]

Upadeshas 33 a 40
Sexta y última fase. El buscador ya es un ser Realizado. Mora plena y permanentemente en la identidad Atman-Brahman. Es la Iluminación, la Liberación en vida (Jivanmukti).


El camino y el objetivo del vedantín

Así pues, estas cinco estrofas que describen “los medios para alcanzar la meta” tienen como objetivo esencial observar nuestra propia mente y tomar consciencia de que la vida está llena de deseos que queremos obtener. Es lo que hacemos desde que somos conscientes: satisfacer deseos a través de los medios que vamos encontrando al alcance. Pero, llegado el momento, comprobamos que a pesar de satisfacer esas aspiraciones, el deseo no termina nunca; que la satisfacción de los deseos no acaba con el deseo mismo; y que podríamos seguir así por siempre. Vemos que cada vez que satisfacemos un deseo volvemos a estar deseosos, ya que se crea una nueva insatisfacción que nos vemos impulsados de nuevo a eliminar. El deseo es la expresión de una necesidad, y queremos liberarnos de ese sentimiento. El deseo es en realidad ‘deseo de eliminar un estado de necesidad’. Aun cuando los deseos varían de una persona a otra, sin embargo, el deseo de liberarnos de ese estado es común a todas las necesidades e insatisfacciones. Esto implica que somos incompletos, y que el objetivo de nuestra vida es alcanzar la plenitud; en definitiva, liberarnos de toda limitación.

El Vedanta enseña cómo satisfacer este deseo de liberación de toda limitación y hacernos seres completos. De forma natural partimos de la idea de que lo que nos falta está fuera de nosotros. Este es el supuesto de partida. Cada persona tiene su idea al respecto. Unos lo buscan en las riquezas, otros en el reconocimiento social, en el poder, etc. Siempre caemos en esta forma de pensar continuamente. Pero llega un día en el que se nos ocurre pensar que quizás lo que buscamos esté dentro de nosotros, no fuera. No es algo que se nos ocurra normalmente, pero si alguien nos lo indica, empezamos a planteárnoslo. El Vedanta lo hace. Nos dice que lo que buscamos está dentro de nosotros. Esta plenitud (ananta) nos la presenta el Vedanta, y entonces nos preguntamos ¿cómo podemos conseguir “eso que está dentro”?.  Esta cuestión se debe a la ignorancia (avidya) que ciega al Jiva, al “alma viviente”. Esta ignorancia (avidya) tiene dos aspectos: uno es el que nos vela cual es nuestra verdadera naturaleza (que no es otra que Brahman); el otro es el de proyectar una falsa naturaleza, una falsa imagen de nuestra auténtica realidad y la del mundo. Al no ver la cuerda, vemos la serpiente, y esto nos genera temor. En sentido contrario: el sol brilla sobre la arena y nos parece plata… En este caso nos vemos atraídos por ella. Atracción y repulsión son productos de la ignorancia (avidya), ya que ésta nos vela la naturaleza real de lo que vemos y luego crea una falsa percepción. Esta falsa percepción es el problema, pues nos crea el sentimiento de repulsión o de atracción. Así pues, la falsa percepción de mí mismo y del mundo es la que me crea el sufrimiento. Sea por algo exterior, o a causa de un pensamiento propio, me veo a mi mismo incompleto erróneamente, y caigo en el sufrimiento. Cuando alguien muere lloramos, pero no por el que muere sino por nosotros mismos… “¿qué será de mí?” nos decimos. 

Reflexionando de este modo, vemos que la satisfacción de los deseos no es la solución. El precio que pagamos es superior a lo que obtenemos. Sin embargo, el Vedanta nos dice que no hay razón para estar descontento, pues ya somos un ser completo. La ignorancia de lo que soy en realidad es la causa de mi sufrimiento. La solución es el conocimiento de mi verdadera naturaleza. Para ello es necesario el Conocimiento que proporcionan las Escrituras Sagradas, los Shastras, la Revelación. Y no se trata de practicar o de hacer algo, sino de comprenderlo. La escucha repetida de las enseñanzas nos hace ver esta Verdad. Escuchar al Sí Mismo es el medio más importante de conocer el Sí Mismo. Necesitamos escucharlo repetidas veces. Esto es sravana. De esta manera se va neutralizando poco a poco el pensamiento erróneo.

Hay dos tipos de necesidades, las basadas en lo que no es el Sí Mismo, y las que se basan en el Sí Mismo. Ser rico, famoso, etc., requiere unos medios; el conocimiento del Sí mismo no lleva a esas cosas. La necesidad de ser completo y feliz es algo que no se obtiene, sino que se descubre. Lo primero es hacer algo, lo segundo es conocer algo: karma yoga y luego jñana yoga. Todo ello no es sino buscar el Conocimiento. Primero hace falta la purificación de la mente, y luego la contemplación del Vedanta: ¿Qué significa “tú eres Brahman”…? etc. Estos son los medios para el autoconocimiento y para moksha, o liberación de todo sufrimiento. El sabio está libre de todo deseo. No se trata de llegar a ningún lugar sino de un estado de la mente en el que no hay deseos ni faltas de nada. Moksha y Avidya, ambos están en la mente. Eliminar la ignorancia es un proceso.

Estos medios expuestos en Sadhana Panchakam constituyen un método que debe conducir paulatinamente (salvo casos extremadamente excepcionales de “iluminación espontánea”) desde la ignorancia (Avidya) hasta Conocimiento (Jñana), y luego a la contemplación o establecimientopermanente en el Sí Mismo trascendente, sin que por haya que ausentarse del mundo exterior, el cual se verá también como la manifestación ilusoria (Maya) del propio Sí Mismo trascendente. Llegar a moksha no es un acontecimiento; es un proceso de crecimiento constante, o quizás seria mejor decir, de "decrecimiento" del ego.. Primero hay que deshacerse del error de los deseos y aversiones, y luego de los falsos conceptos. Son cuarenta pasos. Cada uno es un escalón que prepara para el siguiente. Cada persona puede seguirlos gradualmente y alcanzar la meta. En este texto del gran Shankaracharya se trata sobre el sadhana, las disciplinas que, de un modo u otro y adaptadas a cada circunstancia personal y espacio-temporal, debería seguir todo ser humano. A aquel que las sigue se le llama sadakha.




[1] Ver “Tratado sobre la Liberación en vida”, Swami Vidyaranya, Trad. Intro. y notas Roberto Mallón Fedriani, Ed. Sanz y Torres, Madrid 2018.



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[Publicado el texto completo con los Comentarios de Swami Ramakrisnan -Dravidacarya en Ediciones Via Directa]


Sadhana Panchakam





[1] Ver “Tratado sobre la Liberación en vida”, Swami Vidyaranya, Trad. Intro. y notas Roberto Mallón Fedriani, Ed. Sanz y Torres, Madrid 2018.

jueves, 5 de julio de 2018

SHANKARA: Tat tvam asi (y VIII)





SHANKARA 

Tat tvam asi

 (y VIII)


Reza Shah Kazemi



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sanatanadharmatradicional



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Octava y última entrega de la traducción, inédita hasta la fecha en castellano, del  capítulo titulado "Shankara: Tat tvam asi", perteneciente libro "Paths to tracendence according to Shankara, Ibn Arabi y Meister Eckhart" de Reza Shah Kazemi. Publicado en la editorial World Wisdom, Inc, 2006. (Traducción al castellano de Roberto Mallón Fedriani)


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4.    El Sufrimiento y el Jivanmukta  

La clave para entender la posición de Shankara respecto al sufrimiento es el concepto de objetividad. Esto puede parecer sorprendente dado el énfasis que pone en la naturaleza subjetiva del Sí Mismo, pero de hecho, los dos aspectos, subjetividad trascendente y objetividad radical, van de la mano: como hemos visto, antes realizar el Sí Mismo como el sujeto verdadero es también necesario considerar el ego y todos sus adjuntos como “objetos”. Esto es ser perfectamente objetivo respecto a lo que no es el sí mismo; una perspectiva que solo es posible desde el punto de vista ventajoso del Sí Mismo, o en forma derivada, desde aquel que es el reflejo del Sí Mismo en el individuo.

Lo que es más importante destacar aquí es que la consciencia del jivanmukta participa de esa perspectiva trascendente incluso en el contexto de la existencia empírica, de modo que no esta identificado con esa perspectiva solamente en el momento supra-empírico de la Iluminación: más bien, se mantiene una cierta consciencia de aquello que se revela como propio Sí Mismo, incluso fuera del momento de la revelación, lo cual se convierte en algo que ya no es momentáneo sino permanente. En línea con las consideraciones hechas anteriormente, esa consciencia puede denominarse “reflejo” de la Consciencia del Sí Mismo en el individuo; por tanto, se trata de una consciencia que supera las limitaciones del individuo.

En la medida en que esa identificación con el Sí Mismo es incesante, el dolor y el sufrimiento se verán como pertenecientes a alguna “otra” cosa, es decir, a lo que no es el sí mismo. Como veremos, esto no niega la realidad del sufrimiento en su propio plano, pero sí niega la posibilidad de que el Sí Mismo sea el sujeto del sufrimiento, y es esta consciencia, junto con la plena identificación con el Sí Mismo de donde fluye esta consciencia operativa -no meramente teórica- la que permite afirmar en forma figurada que el jivanmukta no sufre al experimentar el sufrimiento.

El grado de objetividad en relación al propio cuerpo que se alcanza como resultado de la realización del verdadero locus de la subjetividad, queda claramente resumido en estas palabras de Shankara:

Así como uno no se identifica a sí mismo con el cuerpo de otro, así, tras la visión de lo Supremo, uno no se identifica a sí mismo con su propio cuerpo.[1]

Así como una persona no-Iluminada posee un sentido preciso de identificación con su propio cuerpo, y una concreta y correspondiente no-identificación con el cuerpo de nadie más, así el jivanmukta se identifica a sí mismo plena y efectivamente con el Sí Mismo, lo cual conlleva -inversamente- la no identificación concreta con su propio cuerpo, que ahora es captado como compuesto de la misma sustancia que la ignorancia. La experiencia subjetiva de dolor surge desde la ausencia de este conocimiento:

La experiencia del dolor no es real en su sentido más elevado…. El alma experimenta el dolor proveniente de cortes y quemaduras en su cuerpo por medio de la identificación errónea con ellos. Y experimenta los dolores provenientes de hijos, amigos y similares del mismo modo: a través de la identificación con ellos. [2]  

La identificación del individuo con el complejo cuerpo-mente que se da previamente a la Iluminación, la compara Shankara con la falsa idea que tiene la persona que usa pendientes y que cree que su característica definitoria es la de usar pendientes; cuando se los quita, entonces “la idea de que ‘yo soy el que lleva pendientes’ se elimina permanentemente.”[3] De modo similar, la falsa identificación con el complejo cuerpo-mente se elimina permanentemente a través de la comprensión de que uno es el Sí Mismo.

Lo que se “elimina permanentemente” en el ejemplo anterior es la idea de que la naturaleza del individuo esté definida esencialmente por el hecho de llevar pendientes; pero esto no descarta llevarlos puestos. De forma análoga, el individuo Realizado ya no estará nunca bajo la influencia de la idea de que su verdadero Sí Mismo sufre, pero esto no elimina la existencia -y por tanto la experiencia objetiva- del sufrimiento en el marco de la individualidad.
En otro sitio Shankara compara la experiencia de dolor que se tiene en el estado de sueño con ensueños, con la experiencia de dolor que tiene el individuo en el mundo:

Cuando termina el sueño, se considera que el dolor no existe; ni ahora, ni antes.  Pues una vez han sido abolidos el dolor y el error, no vuelven a afirmarse.[4]

Vemos entonces que el Jivanmukta, habiendo “despertado” a la realidad, sabe que aquello que está sufriendo es solamente una “envoltura” empírica exterior de su propio Sí Mismo -incluso viendo la experiencia de sufrimiento por parte de su propio ser individual-. En términos de la analogía del sueño, sería como aquel que sueña sufrir un dolor, pero sabe que esta soñando, y de este modo, aún cuando “experimente” el dolor en el sueño, es consciente de que el receptor de la experiencia dolorosa no es sino una proyección de su propia imaginación: el dolor no es pues negado a su propio nivel, sino que es ese mismo nivel donde se produce, junto con el sentido de agente que genera, el que se capta concretamente como una superposición ilusoria sobre el substrato: sobre el Sí Mismo que es Beatitud inmutable.

Sin embargo, dado el hecho de que es posible que el prarabdhdakarma opere de manera que “domine el conocimiento de lo Real”, se hace necesario matizar los puntos anteriores con una cláusula de iure: en principio, el jivanmukta será capaz de trascender todo sufrimiento por medio de su identificación con el Sí Mismo, pero en la práctica es posible que determinada experiencia de sufrimiento -como fruto que es del prarabdhakarma- resulte en un eclipse temporal del Conocimiento del Sí Mismo, y por tanto en el consiguiente sentimiento “yo soy el que sufre”.

En otras palabras, la idea y el sentimiento de que uno es el agente en la experiencia del sufrimiento quedan excluidos solo en la medida en que el Conocimiento del Sí Mismo sea ininterrumpido; en la medida en que este Conocimiento sea susceptible de cualquier detención momentánea, así existirá la posibilidad de remergencia de la idea y del sentimiento de ser uno el que sufre. Si bien este matiz importante sobre la inmunidad ante el sufrimiento, Shankara no lo plantea como tal, sin embargo está implícito en algunas de sus afirmaciones, entre las que cabe tomar como ejemplo la siguiente:

Allí donde no hay otra cosa que la Consciencia perfectamente pura de ‘el Uno sin segundo’, allí los Mahatmas no experimentan ni dolor ni ilusión.[5]  

Allí” cabe entenderlo como referido al “ámbito de la iluminación” en el que, como hemos visto en la Parte II de este capítulo, no existen percepciones empíricas, ya que no hay ningún agente empírico. En principio, este es también el caso en el ámbito de la existencia empírica, en tanto que, una vez que vista desde “allí” se sabe que es ilusoria, es eliminada incluso en el ámbito de la existencia aparente del “aquí”, esto es, en el mismo seno de la ilusión. Este es en principio el caso, y en la misma medida en la que la consciencia del Sí Mismo permanece sin interrupción; pero, tal y como hemos visto, ese “conocimiento sin obstáculos” y la “paz final” solo vienen con el agotamiento del prarabdhakarma y la muerte corporal, de modo que mientras siga vivo, el jivanmukta estará sujeto en la práctica al despliegue de esta fuerza kármica pendiente de agotar, la cual acarrea la posibilidad de una interrupción momentánea del conocimiento, y consecuentemente la experiencia subjetiva de “sufrimiento”.

Sin embargo, se debe subrayar finalmente, que una experiencia así no desmiente ni matiza el estado de Realización trascendente alcanzado por el jivanmukta, pues la Realización en cuestión pertenece en última instancia al “ámbito de la Iluminación” en donde no hay posibilidad de estar sujeto a las vicisitudes de la existencia exterior.  Lo que constituye la Liberación o el logro trascendente en “esta vida”, es la Realización en profundidad, el “hacer real” ese dominio del Sí Mismo. Ni la supresión de la existencia objetiva de esa “vida” relativa, ni la inmunidad absoluta al sufrimiento, constituyen condiciones para la Realización Trascendente.


5.    Devoción        

Incluso los grandes dioses como Brahma e Indra son seres lamentables a los ojos de aquél que conoce el Sí Mismo.[6]

Cabe pensar que la devoción hacia un Dios personal estaría excluida por el conocimiento de que ambos elementos de una relación así son irreales, en la misma medida de su afirmación distintiva, y por tanto “seres lamentables”: cualquier cosa que pueda distinguirse del Sí Mismo es relativa, y por tanto ilusoria y “lamentable”. Pero de hecho esta Consciencia no conlleva de ningún modo disminución alguna en la devoción del individuo al Señor, y ello por dos razones identificables: en primer lugar, porque respecto a su identidad esencial, el Señor como Absoluto “inferior” (apara) no es otro que el Absoluto “superior” (para), incluso cuando es distinguible del Absoluto “superior” como determinante ontológico. En segundo lugar, porque el individuo como tal es sobrepasado infinitamente por el Señor, a quien por consiguiente le es debida una actitud de adoración humilde; y esto no solo como prerrequisito para adoptar el camino que trasciende al Señor como Absoluto inferior, sino incluso después de haber Realizado esa trascendencia.

El saludo final del comentario de Shankara a la Karika de Gaudapada está dirigido a Brahman, y después a su propio Maestro: “Yo me inclino ante ese Brahman, el destructor de todo miedo para aquellos que toman refugio bajo Él… Yo me postro ante los pies de ese Gran Maestro, el más adorable entre los adorables…”.[7]

Shankara explica esta actitud de devoción y humildad por parte del jivanmukta en el comentario que precede al anterior, refiriéndose a la posibilidad de “saludar” a ese Conocimiento que libera:

Habiendo alcanzado este conocimiento que está libre de la multiplicidad; habiéndonos hecho uno con ello, Lo saludamos. Aunque este conocimiento absoluto no puede estar sujeto a ningún tratamiento relativo -aún así- nosotros lo vemos desde el punto de vista relativo y Lo adoramos lo mejor que podemos.[8]

Así pues, esta “visión” desde la relatividad persiste incluso cuando ha sido trascendida interiormente por la “visión” del Sí Mismo; y el mismo hecho de que el individuo continúe existiendo como tal en el dominio de la relatividad, conlleva necesariamente la devoción humilde hacia todo aquello que lo supera ontológica o espiritualmente. La devoción ofrecida a Brahman se dirige a priori hacia el Absoluto “inferior”. El “superior” no puede estar “sujeto a ningún tratamiento relativo”, ya que Brahma nirguna no puede tener ninguna relación posible con el mundo manifestado. No obstante, esta devoción se dirige implícitamente al aspecto superior de Brahman, el cual representa de hecho cualquier relatividad que se pueda decir que posea el aspecto “inferior”.

La Realización trascendente no conlleva la elevación ontológica del individuo por encima del Dios personal, del Absoluto “inferior”: por el contrario, solo cuando hay consciencia del hecho de que el individuo como tal es una ilusión, -un “objeto” que puede “cortarse lo mismo que se corta y se arroja un brazo”-solo entonces, es cuando ha sido liberada la consciencia de sus limitaciones ilusorias, reintegrándose con su fuente inmanente e inmutable, que no es otra que el Sí Mismo.

Entonces, el jivanmukta, como individuo, permanece exteriormente sujeto a todo aquello que le supera en la jerarquía ascendente del Ser. Esto no se expresa únicamente en la reverencia que se ha señalado anteriormente, sino en los muchos himnos devocionales atribuidos a Shankara. Sin embargo, en el cumplimiento de las obligaciones relacionadas con su situación ontológica provisional, el jivanmukta ve a una misma vez la naturaleza ilusoria de la totalidad del plano en el que existen las relaciones duales, y también conoce concretamente que en su misma esencia -en esa Esencia a la que de hecho “pertenece su” Consciencia- que él “es” Aquello a lo que están destinadas  todas las relaciones, acciones, pensamientos, modos de ser, felicidad y consciencia; Aquello que le otorga a todo su valor y significación última: el Sí Mismo Supremo “que no tiene segundo”.


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[1]  The Thousand Teachings (Upadesa Sahasri), trad. A.J. Alston, II.16.73.
[2]  Samkara on the Soul. Vol. III of A Samkara Source-Book, trad. A.J. Alston, 71.
[3]  The Thousand Teachings (Upadesa Sahasri), trad. A.J. Alston., II, 18.61.
[4]  Samkara on Enlightenment. Vol. VI of A Samkara Source-Book, trad. A.J. Alston, 129.
[5]  The Thousand Teachings (Upadesa Sahasri), trad. A.J. Alston., II, 10.12. 
[6]  Ibíd., II.14.27. Ha de señalarse que el “Brahma” en cuestión aquí (genero masculino) no es Brahma nirguna o saguna, sino una de las “Trae manifestaciones” (Trimurti) de Ishvara; de este modo ocupa un grado ontológico que está por debajo de Ishvara, el Señor.
[7]  The Mandukyopanisad, with Gaudapada's Karika and Sankara's Commentary, trad. Swami Nikhilananda, IV, Conclusión.
[8]  Ibíd., IV, 100.