sábado, 1 de julio de 2017

UPASANA Y NIDIDHYASANA




Tipos de meditación

(segunda parte)

Swami Bhajanananda


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Nididhyasana_Sanatadharmatradicional


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Upasana y Dhyana

La concentración se puede poner en práctica sobre cualquier objeto. De hecho, en la vida cotidiana la mayor parte del tiempo nos estamos concentrando en una cosa u otra. Este tipo de concentración es más o menos inconsciente, y se lleva a cabo bajo la compulsión de los deseos. La verdadera meditación se diferencia de ésta por tratarse de un proceso consciente que implica el desapego de la voluntad respecto de los deseos inferiores, y la focalización en un centro superior de consciencia.

Hemos visto que la meditación es un estadio en la concentración, común a todos los caminos espirituales. También hemos visto que la meditación es de dos tipos: subjetiva y objetiva. La meditación subjetiva tiene la naturaleza de una indagación en Atman y se denomina nididhyasana. La meditación objetiva es la concentración de la mente sobre un objeto. La meditación objetiva se conoce con distintos nombres. Patanjali la llama dhyana. En el Vedanta, el término más utilizado es upasana. No obstante, ambos términos se encuentran en las Upanishad.

En la India ancestral la meditación fue objeto de profundo estudio, investigación, y experimentación. Los seguidores de la escuela Samkhya la desarrollaron como ciencia independiente de la vida mental. Cuando la mente está concentrada adecuadamente sobre un objeto, sufre determinados cambios. Estos cambios son los mismos dentro de un grado particular de concentración, independientemente del objeto elegido. En otras palabras, la concentración sigue determinadas leyes que son universales. Estas leyes las descubrieron los grandes yoguis de la India antigua. Patanjali las codificó y compiló en sus famosos aforismos del Yoga. Estas leyes constituyen también los fundamentos de upasana. Es así como Shankara define la meditación como “un proceso de aplicación inquebrantable del mismo pensamiento sobre un objeto determinado –tal como una deidad prescrita en las Escrituras– sin ser interrumpido por ningún pensamiento extraño.”[1]   

Sin embargo, existen importantes diferencias entre la meditación yóguica y la meditación vedántica.

La finalidad inmediata del dhyana yóguico es descubrir las funciones de la mente en niveles de consciencia superiores. Su finalidad última es la separación o aislamiento de Purusa de Prakriti. Tal y como señala Bhoja, el yoga es en realidad viyoga, desunión.[2]

Por el contrario, upasana tiene como finalidad la unión. Su propósito inmediato puede ser la unión del meditador con una deidad. Pero su finalidad última es la unión del sí mismo individual (jivatman) con el Sí Mismo Supremo (Paramatman).

Otra diferencia es que en la meditación yóguica elegir a Dios es algo optativo. Según Patanjali, la meditación se puede llevar a la práctica sobre cualquier objeto que a uno le guste.[3] En su comentario, Bhoja señala que en el Yoga el objeto de meditación (bhavyam) es de dos tipos: Dios y los tattvas (elementos del universo diferenciado). Los tattvas, a su vez, son de dos tipos: Purusa, y las veinticuatro categorías de Prakriti.[4] Dhyana se puede poner en práctica sobre cualquiera de los tattvas. No obstante, en upasana solo Dios es objeto de meditación, no los tattvas.

La tercera diferencia es que, a fin de practicar la meditación yóguica no es necesario tener ninguna idea preconcebida sobre la Realidad. Sin embargo, upasana se basa en el concepto vedántico de la Realidad, y opera dentro un marco conceptual definido, lo cual hace que upasana sea convertir el conocimiento conceptual –o indirecto (paroksha)– en intuición o experiencia directa (aparoksha).


Desarrollos de upasana en el periodo post-védico

Estos dos tipos de meditación –el dhyana yóguico y el upasana vedántico– llegaron a unificarse en el periodo post-védico. En la primera parte de este artículo se ha mostrado cómo evolucionó upasana en el periodo védico, yendo desde las meditaciones asociadas con los actos rituales (angavabaddha), pasando por las meditaciones sustitutivas, hasta llegar a los vidyas. Mientras tanto, el sistema del Yoga se fue perfeccionado. Fue entonces cuando surgieron los Tantras, probablemente unos cuantos siglos después de la finalización del periodo védico.

Los Tantras combinaron el monismo de las Upanishad con el teísmo de los Puranas. En segundo lugar, unificaron la meditación yóguica con el upasana vedántico. Aparte de esto, los Tantras realizaron descubrimientos independientes sobre los mantras, la kundalini, etc. La síntesis perfecta y la armonía que llevaron a cabo los Tantras abrió una nueva era en la historia de la espiritualidad de la India que continua hasta nuestros días. Las técnicas de meditación prevalecientes hoy en día muestran una gran influencia de los Tantras.


Forma, nombre, y Sí Mismo

Uno de los cambios importantes introducidos por los Tantras se llevó a cabo en el campo de los símbolos. Las imágenes de distintos dioses y diosas reemplazaron por completo las imágenes védicas del fuego, el sol, el aire, etc. En el periodo védico el acercamiento a la Realidad Última era directo. Los Tantras lo hicieron indirecto: primero el aspirante alcanza la visión de un dios o diosa, y después, a través de ello, realiza la Realidad Última. En el periodo védico las palabras se utilizaban principalmente por su significado (abhidhana); sin embargo, los Tantras demostraron que ciertas palabras místicas tienen un poder intrínseco para producir cambios en la consciencia.

Los símbolos juegan un papel importante en la vida humana. Aparte de la pura consciencia, todo nuestro pensamiento está basado en símbolos. Estos símbolos se pueden dividir en dos grupos: rupa (forma) y nama (nombre).  Éstos, junto con el sí mismo, constituyen el proceso de conocimiento. Por supuesto las emociones son también parte de la vida mental, pero no son esenciales para el conocimiento. De hecho, con mucha frecuencia lo distorsionan. Una persona poseída de la cólera, de la envidia, del miedo, y de otras emociones, tiene una visión distorsionada de los demás. Es por esta razón por lo que Patanjali califica las emociones como “conocimiento falso” (vyparyaya).[5] Son grandes obstáculos en la vida espiritual, y se advierte al aspirante de que se deshaga de ellas antes de intentar llevar adelante la meditación. El conocimiento verdadero solo surge cuando la mente está libre de alteraciones emocionales. No obstante, es importante señalar aquí que bhakti, el amor de Dios, que es de gran ayuda para upasana, no es una emoción, y por consiguiente nunca se considera un obstáculo. La verdadera devoción es propiedad del sí mismo; es su anhelo de unión con el Si Mismo Supremo.

Cuando la mente está libre de la atadura de los instintos y las emociones, solo permanecen en ella tres elementos de carácter puramente cognitivo: la forma, el nombre, y el sí mismo. Estos son los únicos factores que constituyen el acto de meditación, si bien los aspirantes espirituales muestran grandes variaciones en cuanto a su habilidad para manejarlos.

Cuando hablamos de las diferencias entre las personas, normalmente nos referimos a su constitución emocional. Algunas personas son más amables y cariñosas, otras son más crueles y adustas, otras son arrogantes, otras humildes, y así sucesivamente. Una de las tareas importantes en la vida espiritual es elevar estas diferencias y hacer que el aspirante sea puro, virtuoso, y tranquilo.

No obstante, estas no son las únicas diferencias entre los aspirantes. La misma estructura de la mente, así como la manera en la que influyen los nombres, las formas, y el sí mismo, varían de persona a persona. Para algunos es muy sencillo visualizar imágenes, y sin embargo les resulta muy difícil manejar ideas abstractas, especialmente las matemáticas. Su pensamiento es como una forma de visión interior, y tienen lo que se llama “memoria fotográfica”. Las mentes de estas personas están orientadas hacia la forma. Hay otros a los que les resulta muy difícil, o incluso imposible, visualizar formas, y su pensamiento cursa principalmente a través de símbolos sonoros. Son estas personas las que se benefician más de la escucha de charlas y ponencias. Sus mentes están orientadas hacia el nombre. Aún hay otros que encuentran difícil ambas cosas, nombres y formas, y prefieren mantenerse en el sí mismo sin necesidad de soportes visuales o representativos. Sus mentes están orientadas hacia el sí mismo.

Con el fin de satisfacer las necesidades de estos tres tipos mentales se desarrollaron tres tipos de upasana: pratikopasana (meditación en imágenes visuales), namopasana (meditación en sonidos simbólicos), y ahamgrahopasana (meditación en el sí mismo). Cada aspirante debería conocer de qué tipo es su mente: orientada hacia la forma, orientada hacia el nombre, u orientada hacia el sí mismo. Esto lo puede averiguar fácilmente por medio de un poco de autoanálisis y de práctica meditativa. Entonces el aspirante debería elegir aquel tipo de upasana que mejor se adecue a él.

Puede que resulte sorpréndete saber que hay algunas personas que son totalmente incapaces de visualizar formas. Estas personas encuentran muy difícil meditar sobre la imagen de una deidad. Cuando cierran los ojos solo sienten un espacio vacío con diversas ideas moviéndose en algún lugar de su interior. Es como si escucharan el borboteo de una corriente de agua en la oscuridad. Sin embargo, a estas personas les resulta muy sencilla la repetición de un mantra, y les produce un gran equilibrio interior; mientras que hay otras que encuentran una repetición de ese tipo, muy difícil, distractora, y carente de relación con sus necesidades espirituales.

Sin embargo, afortunadamente la mayoría de las personas tiene una mentalidad de tipo mixto. Pueden hacer que sus mentes estén orientadas hacia el nombre, hacia la forma, o hacia el sí mismo, según su voluntad. Es así como pueden combinar fácilmente la práctica de los tres tipos de upasana. No obstante, en los primeros estadios de la vida espiritual incluso éstos puede que encuentren más fácil y beneficioso darle más énfasis a un tipo de upasana según su temperamento individual, sin que por ello se abandonen los otros dos. La meditación es una tarea difícil para los principiantes, pero pueden hacerla menos ardua si siguen la línea de menor resistencia, esto es, su propia orientación mental. Una vez que el aspirante ha adquirido la suficiente destreza en cualquiera de los métodos, le resultará más fácil practicar los demás.


Pratika upasana

Pratika significa literalmente símbolo, “ir hacia”, algo sobre lo que la mente se focaliza. Si bien las palabras son también símbolos, pratika se usa generalmente para indicar imágenes simbólicas, imágenes en general, dibujos, y objetos naturales que se utilizados como símbolos. Durante el periodo védico, el fuego, el sol, el aire, la mente, etc., se tomaban como pratikas representativos de Brahman.

En sampad upasana se utiliza un objeto de carácter inferior como símbolo para representar la Realidad superior[6] . El símbolo no es importante, sino que son los atributos de la realidad superior los que dominan el campo de meditación. Para poner un ejemplo actual: cuando un ídolo de piedra es adorado como Vishnu, el devoto olvida la piedra y solo piensa en el resplandor luminoso de Vishnu. Esto se puede entender como una forma moderna de sampad upasana.

En adhyasa upasana el símbolo elegido es en sí mismo un objeto de carácter superior, y domina el campo de meditación. Sobre este símbolo se superponen los atributos de la Realidad, pero el símbolo es tan importante como los atributos. La meditación en el sol (una de las formas de meditación más bellas jamás concebida) es un ejemplo de esto. La Upanishad nos enseña que “El sol es Brahman; esta es la enseñanza.” [7] El sol, con su brillo resplandeciente, tiene una semejanza impactante con Brahman, y puede meditarse sobre él directamente como Brahman. Todo lo que uno tiene que hacer es superponer sobre el sol los atributos de Brahman, como la infinitud, la consciencia, la felicidad, la causalidad última, etc.[8]

Estas formas de meditación pratika dejaron de estar de boga desde la desaparición de la tradición védica. En el presente hay una gran necesidad de reavivarlas. En los tiempos modernos las imágenes de diversas deidades y los símbolos conectados con ellas han reemplazado casi por completo los pratikas védicos. Y no solo eso, el concepto de conexión entre los símbolos y la Realidad también ha cambiado. Los símbolos védicos conectan directamente el meditador con la Realidad Última, pero en los símbolos Tántricos esta conexión es indirecta: antes de nada, se ha de realizar a la deidad que está detrás del símbolo, y entonces se ha de alcanzar la Realidad Última a través de la deidad.

Los pratikas que se usan en los tiempos actuales se pueden dividir en dos grupos: anicónicos e icónicos. El primer grupo incluye los yantras (diagramas místicos), los mandalas (diagramas psíquicos), los salagrama, los shiva linga, la vasija de agua, etc. Éstos se utilizan más en la adoración ritual que en la meditación. El loto simbolizando un chakra o centro de consciencia, la llama simbolizando el sí mismo, el firmamento simbolizando el espacio, y otros símbolos impersonales similares que se usan frecuentemente en la meditación, también se pueden incluir dentro de este grupo.

El segundo grupo de pratikas incluye las imágenes antropomórficas de dioses y diosas; se les denomina pratimas. Un pratima puede ser un dibujo hecho en papel o tela (pata), o un ídolo tridimensional (vigraha) hecho de piedra o de metal. En los Brahma Sutras se enseña claramente que el pratika debe mirarse únicamente como símbolo de Brahman. Dios no debe reducirse a los símbolos, sino que los símbolos han de ser exaltados hasta Dios. [9]  En otros términos, el propósito de un pratima es únicamente el de servir como ayuda visual (dristi saukaryam) para la concentración. La creencia ampliamente aceptada es que un pratima debidamente consagrado y que es adorado diariamente adquiere un poder o una santidad especial, y se convierte así en centro de la gracia divina. Según Sri Ramanuja, en el ídolo se da una manifestación especial de Dios conocida como arca.

En este contexto hay dos cuestiones que hay que mantener en mente. La afirmación según la cual los pratikas son solamente símbolos de Dios, no implica que los dioses y las diosas del hinduismo sean solamente símbolos. Cientos de almas iluminadas han realizado directamente estas divinidades. Incluso el gran Shankaracharya no ha negado su existencia. Cada deidad representa un aspecto particular de Saguna Brahman, el Dios Personal, y es tan real al menos como un ser humano, si no más. El otro punto que hay que señalar es que, aunque los pratikas se utilizan principalmente como ayudas para la concentración, el propósito de upasana no es la mera concentración mental, sino la visión directa de la deidad representada por el pratika. El pratika puede ser una pintura o un ídolo hecho por un artista, pero upasana no significa la simple transferencia de la imaginación del artista a nuestras mentes. No se trata de un simple ejercicio de memoria consistente en recordar la pintura que hemos visto exteriormente. Upasana es un intento de ir más allá del símbolo y encontrarse con el dios o diosa real en las profundidades de la consciencia. Es una búsqueda del eterno Amado del alma. Para ello debe ante todo implantarse profundamente en el interior del corazón una imagen viviente. Lo que realmente merece ser llamado pratikopasana es la continua mirada interior a esa imagen viviente. A medida que profundiza la concentración, la imagen se hunde en la consciencia llevando con ella a la mente cada vez más profundamente, hasta que alcanza la corriente subterránea de la pura consciencia y estalla en fosforescencia etérea.

Así pues, el verdadero pratikopasana es un proceso de conversión de la imaginación en la Realidad. Es una técnica de transformación de la consciencia. ¿Cómo tiene lugar esta transformación? Hay tres principios implicados en ello: el principio de khyati (conocimiento), el principio de yatha-kratu [“según sea la voluntad de uno, en ello se convierte”; Chandogya Upanidhad], y la teoría del mantra.


Nama Upasana

Si en pratikoupasana se practica la meditación sobre un símbolo visual, en namoupasana se hace sobre un símbolo sonoro: el nombre de una deidad o bien un mantra. Si embargo, esta no es la única diferencia entre ambos. Hay diferencias mucho más profundas basadas en determinados principios de la mente humana.

Aquí solo señalaremos dos o tres puntos. A la repetición de un mantra o de un nombre de Dios se le denomina japa. Cuando se usan muchas palabras puede adoptar la forma de un stuti (un himno), de bhajan (cantos), o de samkirtana (cantos grupales). A estas formas se las puede considerar más bien como formas de adoración, si bien cuando se llevan a cabo correctamente producen un efecto meditativo. Se debe recordar que la mera repetición mecánica de un mantra poco merece ser llamada upasana. Así como el verdadero pratikipasana es la visualización de una “imagen viviente”, así el verdadero namopasana es la repetición de un “mantra que ha sido despertado”; y el mantra “se despierta” (chetana) cuando se conecta con el ritmo básico de la consciencia en las profundidades del corazón.

Hemos de señalar aquí otra cuestión. Popularmente solo se considera meditación a pratikopasana, mientras que namopasana se conoce como japa; pero de hecho ambos son formas de meditación. Para dejar más clara la diferencia entre estos dos tipos de meditación es mejor referirse a pratikopasana como bhavana (visualización), un termino este que se usa más comúnmente en las Escrituras de los tantras y de los budistas. Por regla general, japa se acompaña de bhavana (la visualización) de un dios o dios, aunque hay varias sectas dentro del hinduismo, y en especial los Sikhs, que practican japa sin la visualización de la forma de ninguna deidad. Son puros namopasakas. En su caso, japa mismo se convierte en meditación.
 

Ahamgraha  upasana

Ahamgraha significa literalmente “captarse a sí mismo”, esto es, “identificarse con sí mismo”. A diferencia de los dos tipos de meditación descritos anteriormente, que son técnicas objetivas puras, ahamgraha upasana es una técnica de meditación subjetivo-objetiva. Se trata de una forma de meditación sobre el sí mismo como objeto. Pero no es mera concentración mental sobre el objeto, como los son las otras dos. Significa “captar” un todo más vasto. Es un intento del sí mismo por identificarse con el Si Mismo Supremo.

Como el puro Atman no puede ser un “objeto” de meditación, se utilizan diversos símbolos para posibilitar que el sí mismo “capte” el Sí Mismo supremo. Es así como, al igual que los otros dos upasanas descritos más arriba,  ahamgraha  upasana es también un tipo de meditación simbólica.

Objetividad y uso de símbolos; estos son precisamente los dos puntos que distinguen ahamgraha upasana de nididhyasana o la meditación subjetiva. En nididhyasana no se utilizan símbolos, ni tampoco se objetiva el sí mismo. Es un proceso negativo de neti neti (“esto no, esto no”) por medio del cual el sí mismo corta todas las identificaciones y se retira a su propia morada. Es importante la distinción entre estas dos técnicas, aunque puede que no resulte tan obvia para una mente que no está entrenada.

La forma más simple de ahamgrohaupsana consiste en visualizar Atman como un punto de luz, y meditar sobre ello pensando  “yo soy esta luz”. Sin embargo, como el sí mismo individual es parte del infinito Sí Mismo Supremo, ahamgrohaupasana significa normalmente meditar en la unión del sí mismo individual (jivatman) con el Sí Mismo Supremo (Brahman). Una vez más, como el Sí Mismo Supremo es omnipresente, esta meditación implica necesariamente una consciencia de la inmanencia divina en la Creación. Así pues, ahamgrohaupasana adopta la forma de una mediación doble: meditación en el sí mismo como parte de Dios, y meditación en Dios estando presente en todos los seres.

Ahora queda claro que algunos de los vidyas –si no todos– de los que se habla en las Upanishad son realmente meditaciones asamgrahaupasana. De hecho, esta es la única manera en la que humanidad contemporánea puede entender y practicar los vidyas, pues su tradición esotérica original se ha perdido. Una de estas meditaciones más famosas es antaryami vidya. Uddalaka, el hijo de Aruna, pregunta al sabio Yajñavalkya sobre el Controlador Interno. Éste le responde describiendo la inmanencia de Brahman en la tierra, en el firmamento, en el sol, etc.:

Aquel que mora en la tierra, pero está en ella, a quien la tierra no conoce, cuyo cuerpo es la tierra, y que controla la tierra desde el interior, ese es el Controlador Interno, tu propio Sí Mismo inmortal.
Aquel que mora en el agua…
Aquel que mora en el fuego…
Aquel que mora en el firmamento…
Aquel que mora en el sol … etc [10]


Dentro de esta categoría, otra forma importante de meditación es la llamada Sandilya Vidya.[11]

La intención de estos pasajes no es su comprensión teórica, sino su puesta en práctica. No es posible tener la experiencia Advaita (no dualidad) de pronto. Para ello nuestra consciencia debe ser gradualmente expandida. Solo cuando intentamos llevar a cabo las prácticas es cuando nos damos cuenta de lo difíciles que son. Aquellos que han reducido el Advaita a conversaciones y escritos recibirán una lección de humildad con estas meditaciones.

Aparte de los vidyas hay otros muchos pasajes esplendidos en las Upanishad que se pueden utilizar en las meditaciones. Los cuatro mahavakyas, “Tú eres Eso”[12], “Yo soy Brahman”, etc. (a los cuales se les supone la capacidad de producir la intuición directa de Brahman en los aspirantes altamente cualificados) también se pueden utilizar con el mismo propósito. Hay que señalar que estos mahavakhyas no están hechos para repetirlos, pues eso constituiría una forma de namopasana. Están en realidad hechos para la práctica de ahamgrahopasana. Algunos de los grandes mantras sannyasa en los que son iniciados los monjes hindús, pertenecen también a esta categoría. Aparte de estos, algunos de los bien conocidos versos de Shankaracharya como el “Himno del recuerdo de la mañana”[13], “Seis versos sobre Nirvana”, etc., se pueden también utilizar para practicar ahamgrahopasana, ya que realmente están concebidos para ello.


Necesidad de una síntesis  

Los tres tipos de upasana sobre los que hemos tratado pueden practicarse de forma independiente, pero no se excluyen uno a otro. Cada uno representa un aspecto particular de la cognición, y desarrolla una facultad particular de la mente. Una combinación de los tres tipos de meditación conducirá a un desarrollo completo de la consciencia.

En especial hay una gran necesidad de incluir ahamgrahopasana en nuestra practica espiritual diaria, ya que nos recuerda cuál es nuestra verdadera naturaleza: Atman. Solo cuando entendemos que potencialmente somos divinos, es cuando podemos establecer una relación espiritual amorosa con la Deidad. Además, la consciencia de nuestro sí mismo más elevado posibilita que nos mantengamos inafectados por las influencias exteriores, y conservemos un recuerdo constante de nuestra deidad y mantra elegidos. Incluso un devoto que adora un ídolo puede practicar ahamgrahopasana: puede pensar que la Deidad que reside en el ídolo mora también en su propio sí mismo, y meditar acerca de la unión entre ambos. De hecho, este tipo de meditación es una parte esencial del culto Tántrico.

Para concluir: todas las disciplinas espirituales preliminares acaban en alguna forma de consciencia meditativa, y todos los caminos de meditación conducen a una u otra forma de iluminación espiritual.



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[1] Dhyanam nama sastrokta devatadyalambanesu acalo / Bhinnajatiyairanantaritah pratyayasantanah // Shankara, Comentario a la Chandogya Upanisad, 7. 6. 1.
[2] Patanjalamuneruktih kapyapurvat jayatyasau / Pumprakrtyorviyogo’pi yogaityudito yaya
[3] Yatha’bhimatadhyanad va // Yoga Sutra 1. 39.
[4] Bhavyam ca dvividham–isvarah tattvani ca / Tanyapi dvividhani jadajadabhedat / Jadani caturvimsatih / Ajadah purusah //  Bhoja, Vritti sobre Yoga-Sutra 1.
[5] Yoga-Sutra 1.8, y el comentario de Vyasa sobre ellos.
[6] Cf. Brhadaranyaka Upanisad 3. 1. 6 y el comentario de Shankara.
[7] Adityo brahma ityadesah. Chandogya Upanisad 3. 19. 1.
[8] Cf. Swami Gambhirananda. "Upanisadic Meditation". En The Cultural Heritage of India (Calcutta: the Ramakrishna Mission Institute of Culture, 1970). Vol. 1, pp. 379-80. 
[9] Brahma-Sutra 4.1.4 y 5. Ver también, el comentario de SwamiViv ekananda en su "Bhakti Yoga."The Complete Works of Swami Vivekananda (Calcutta: Advaita Ashrama, 1973), Vol. 3, pp. 59-61
[10] Brhadarayanaka Upanisad 3. 7. 1-23.
[11] Ver Shatapatha Brahmana (X.vi.iii.1), Chandogya Upanishad (III.xiv.1), Brihadaranyaka Upanishad (V.vi)
[12] Chandogya Upanisad 3. 14. 2-3.
[13] Pratah smarami hrdi samsphuradatmatattvam / Saccitsukham paramahamsagatim
turiyam / Yatsvapnajagarasusuptamavaiti nityam / Tad brahma
niskalamaham na ca bhutasamghah // Shankara, Pratahsmarana Stotra.