Tipos de meditación
(Primera
parte)
Swami Bhajanananda
*
Presentamos a continuación la traducción inédita en
castellano de un artículo, publicado en la revista Prabuddha Bharata (números Mayo y Junio de 1981) que nos parece interesante
y útil de cara a la comprensión de las diferencias entre los distintos tipos de
“meditación” dentro de la Tradición hindú. Su autor, Swami Bhajanananda, fue
discípulo del archiconocido maestro Vedanta, Swami Vivekananda. Como es sabido,
fue Rene Guenon quien ya en su momento denunció las “concesiones” que a finales
del siglo XIX y principios del XX llegó a realizar Vivekananda -discípulo de Sri
Ramakrishna- de cara conciliar la doctrina Vedanta con determinados círculos religiosos
occidentales de carácter anglosajón protestante. Impulsado quizás por una
errónea interpretación de la “poli-religiosidad” practicada por su maestro Ramakrishna,
Vivekananda se lanzó a una adaptación de la doctrina Advaita a la religiosidad occidental con idea de extender globalmente
el Sanatana Dharma como “síntesis de todas las religiones”. Este “movimiento” iniciado
en su día en el llamado “Parlamento de las Religiones” sigue teniendo aún hoy en
el siglo XXI seguidores muy activos, y para algunos juega un papel siniestro en
el proceso de subversión religiosa que vivimos en Occidente.
Decía Guenon que “[con
Vivekananda] … el Vedanta se ha
vuelto lo que Schopenhauer creyó ver en él, una religión sentimental y
‘consoladora’, con una fuerte dosis de ‘moralismo’ protestante…” (En “El
vedanta occidentalizado”; Capítulo IV de “Introducción general doctrinas
hindúes”). En una carta fechada en 1936 el propio Guenon añadía que “… en
cuanto a Vivekananda es bien cierto que no aparece ningún sentido metafísico en
sus escritos, y por otra parte, si hubiera habido en él una verdadera comprensión
no habría comenzado jamás esa especie de propaganda que implicaba todo tipo de
concesiones a las ideas occidentales; es verdad que, según lo que me han dicho,
lo lamentó mucho al final, y que se habría llegado a dar cuenta entonces, pero
ya demasiado tarde, de que era un error.”
Sea como fuere, y una vez hechas estas advertencias, lo anterior no
obsta para que en este texto que presentamos se resuman sucintamente una serie
de definiciones y aclaraciones que creemos son conformes a la verdad. Ello
puede servir para aclarar, si no cuestiones de carácter metafísico, sí al menos
algunas confusiones terminológicas con las que con frecuencia nos encontramos cuando
oímos hablar sobre las técnicas de “meditación” de la Tradición hindú.
PRIMERA PARTE
Antes de
comenzar el estudio de los distintos tipos de meditación, se hace necesario
tener en mente dos puntos importantes. El primero es que la meditación no es
simplemente una forma ordinaria de concentración, sino un tipo especial de
concentración interior.[1] El
segundo punto es que la meditación no es una disciplina completamente
independiente, sino un estadio de la concentración que es común a casi todos
los caminos espirituales. Cada camino, sadhana,
o disciplina espiritual comienza de forma diferente, pero todos los caminos
tienen un estadio que se corresponde con el de la meditación. El nombre que se
le da a esta fase común varia según sea el camino, pero cualquiera que sea la
forma en la que se le denomine implica alguna forma de consciencia meditativa.
El yoga de
Patanjali comienza con la purificación de la mente, la postura, y el control de
la respiración. Le sigue el apartamiento de la mente de los objetos exteriores
(pratyahara) y la fijación de la
mente (dharana) sobre un centro
determinado. Después viene la meditación (dhyana).
El camino de jñana (conocimiento)
comienza con la escucha de las Escrituras (sravana)
y la reflexión (manana). Esto conduce
a la indagación (nididhyasana), que
se corresponde con la meditación. En el camino de bhakti (devoción) el aspirante va desde la oración, el canto de
himnos y la adoración, hasta la meditación, que en este caso se conoce con distintos
nombres como abhyasa (Ramanuja), smarana y bhavana. Incluso en el camino del karma (la acción) uno encuentra la necesidad de mantener la
auto-consciencia en medio del trabajo. De hecho, los maestros Zen hablan de
“meditación en la acción”, “meditación andando”, etc. El budismo da más
importancia a la meditación que ninguna otra religión. En el cristianismo la
principal disciplina espiritual se llama oración. Consta de varios estadios o
“grados”. Primero viene la oración verbal, después la oración mental (que se
corresponde con manana o reflexión en
el Vedanta), después la oración afectiva (oración propiamente dicha realizada
con una gran añoranza). Le sigue el cuarto grado de la oración, denominado de distintas
maneras: oración de simplicidad, oración del corazón, etc. Este cuarto grado se
corresponde con la meditación hindú o dhyana.
En el misticismo islámico (Sufismo) se conoce con distintos nombres y juega un
papel central.
En todos los
caminos el aspirante comienza con una gran cantidad de pensamientos en la
mente. Gradualmente éstos se van reduciendo, hasta que aquel alcanza un estadio
en donde solo existe un único pratyaya
o pensamiento en la mente. Este es el estado consciencia meditativa. Es el camino
común que todo aspirante ha de recorrer a fin de realizar a Dios o Sí Mismo
Supremo. Más allá de este camino común, se encuentra el reino luminoso del
Espíritu.
¿Entonces
porqué hay tantas técnicas distintas de meditación? Estas técnicas son en
realidad técnicas de dharana, esto
es, de fijación de la mente. Son como distintas puertas que abren el mismo camino.
Estas técnicas solo enseñan cómo comenzar la meditación, siendo diferentes
entradas hacia la consciencia meditativa; pero no enseñan sobre cómo mantener
la meditación, lo cual es algo que uno mismo debe aprender por medio de la práctica.
Sin embargo,
esto no significa que la meta de la meditación sea la misma para todos. La meta
viene determinada por el comienzo, esto es, por la técnica de dharana que se sigue. Cada técnica de dharana conduce por medio de la
meditación a una experiencia determinada. Los comienzos y los finales de la
meditación son diferentes, pero el proceso de meditación es en sí mismo igual
en tanto que se mantiene un único pensamiento. La naturaleza de este único
pensamiento (praryaya o vritti) puede también variar de persona
a persona. Por ejemplo, uno puede que medite en Shiva, o en Krishna, o en
Jesús, o en un objeto impersonal –como la luz, o el cielo, o el sol–. No
obstante, el proceso esencial de meditación –el mantenimiento de un único pratyaya o vritti- es el mismo, sea cual sea el objeto sobre el que se medite.
Así pues, la
meditación es como un gran punto de unión en el que convergen todos los caminos
espirituales; se encuentran, van juntos por una corta distancia, y después
divergen de nuevo hacia sus respectivas metas. La meditación también se puede
comparar con una ancha carretera con varios carriles marcados sobre ella para
servir de guía a los conductores. Cada meditador se mantiene en su propio
“carril”, pero todos los carriles forman parte de una gran autopista.
Meditación Subjetiva y Meditación Objetiva
La meditación
puede ser de dos tipos: subjetiva y objetiva. La meditación objetiva es la
concentración de la mente sobre un objeto. El objeto puede ser en forma de deidad,
la luz, el firmamento, etc., o algunas cualidades como el amor, la compasión,
la fuerza, o la objetivación del propio sí mismo. La consciencia se focaliza
sobre el objeto por medio de un esfuerzo de la voluntad. A la meditación
objetiva se le llama upasana.
La meditación
subjetiva se llama nididhyasana o atma-vichara.
En este caso no se da ninguna focalización de la consciencia ni ningún esfuerzo
de la voluntad. Se trata más bien del intento de búsqueda de la fuente de la consciencia;
de rastrear el propio “yo” hasta llegar a sus raíces. Es un proceso en el que
el ego, en vez de correr hacia los objetos como normalmente hace, se retira en
su propia fuente original: Atman.
La mayoría de
los aspirantes espirituales encuentran nididhyasana
–la meditación subjetiva– difícil de practicar. Tienen éxito en rastrear su
“yo” solo hasta cierto punto. Penetrar más allá “hacia atrás” solo le es
posible a una mente que está adecuadamente afilada por medio del entrenamiento,
y fortalecida por la observancia de la continencia. Upasana –o la meditación objetiva– proporciona a la mente el
entrenamiento adecuado. Después de practicar upasana por algún tiempo, se hace más fácil la práctica de nididhyasana. De hecho, en su libro
titulado “Advaita Siddhi”, Madhusudana Sarasvati clasifica a los aspirantes a jñana (conocimiento) en dos grupos: kritopasti (aquellos que han adquirido
destreza en upasana) y akritopasti (aquellos que van directamente
a la indagación sin practicar upasana).
Según Mandana
y algunas escuelas tempranas del Advaita,
upasana puede dar lugar a la Realización
directa de Nirguna Brahman (el Absoluto sin atributos).
Pero Sri Shankara y sus seguidores sostienen el punto de vista según el cual upasana solo conducirá a la realización
de Saguna Brahman (la Realidad con atributos). Shankara afirma que el beneficio
derivado de upasana es, bien la
prosperidad material (abhyudaya), o
bien la liberación gradual (krama mukti). En otras palabras, para la
escuala shankariana upasana no es más
que una preparación para nididhyasana.
Por otro lado, Ramanuja sostiene que upasana
puede llevar a la Liberación completa, llegando incluso la identificarlo con bhakti.
La diferencia
entre upasana y nididhyasana como disciplinas diferenciadas ha sido señalada
claramente también por Ramatirtha en su bien conocido comentario sobre el
Vedanta Sara.[2] También
Vidyaranya ha hecho esta distinción describiendo upasana como vastu-tantra (orientado hacia el objeto), y nididhyasana como kartri-tantra
(orientado hacia el sujeto).[3]
En el budismo
encontramos una distinción similar. La meditación budista es de dos tipos: una
es samatha (samadhi en Sánscrito) o concentración mental de varios tipos que
conduce a distintas experiencias místicas. Los budistas tibetanos son
especialistas en este tipo de meditación. Estas técnicas de meditación existían
incluso antes de Buda, quien las practicaba él mismo, pero no se encontraba
satisfecho con ellas porque no conducían a la Liberación total. Él calificaba
estos estados místicos únicamente como “vivir feliz en esta existencia (dittha-dhamma-sukha-vihara), y nada más”.
Según él, las experiencias místicas están creadas, o condicionadas, por la
mente. Por tanto, fue más allá y descubrió la otra forma de meditación conocida
como vipassana (vipasyanam en Sánscrito) o “comprensión” (insight). Se trata de un método analítico que implica una toma de consciencia
constante de todas las experiencias, buenas y malas. No se trata de un
apartamiento de la vida, sino de un intento de “comprensión” de la vida que
permite ampliar la propia consciencia de uno mismo. Las Escrituras con mayor
autoridad sobre vipassana están contenidas
en el Satipatthana-Sutta, que forma parte del Tripitaka budista. Una distinción
similar a la de la meditación objetivo y subjetiva fue la que dio lugar a las
dos escuelas del Zen japonés: Soto y Rinzai.
Lo que es
común a ambos tipos de meditación –objetiva y subjetiva– es la consciencia distintiva
del centro de consciencia más elevado: el Sí Mismo superior. En ambos casos no
se permite que la consciencia se aparte demasiado de este Centro. Pero mientras
que en la meditación objetiva se crea un círculo de consciencia alrededor del Centro,
y se produce una lucha con la finalidad de detener los pensamientos que
distraen del circulo interior, en la meditación subjetiva no hay tal lucha: el
aspirante únicamente se mantiene e n el Centro del “yo”. Estrictamente
hablando, nididhyasana no es meditación,
aunque se traduzca de esa manera. Es más correcto llamarlo “auto-indagación”, y
pertenece al camino del conocimiento (jñana
marga). Aquí estamos ocupados únicamente
con upasana.
Necesidad de combinar la meditación subjetiva y la objetiva
Sin embargo,
es importante recordar que estos dos tipos de meditación no son contradictorios
entre sí. De hecho, se complementan uno a otro y pueden practicarse a la vez.
La mayor parte
de las técnicas de meditación que se le enseñan a los aspirantes son upasanas. La iniciación espiritual (diksha o upadesa) significa habitualmente la iniciación en alguna forma de upasana. En el camino bhakti (devoción) ésta es la única forma
de meditación que se practica. Incluso aquellos que estudian textos Advaita raramente ponen en práctica la
auto-indagación, y se sienten satisfechos con las meditaciones objetivas. Aunque
en el camino del conocimiento (jñana-marga)
es el método de nididhyasana el que
normalmente se sigue, no hay nada malo en seguir también el camino bhakti. De hecho, es mejor o incluso
necesario combinar la auto-indagación con upasana.
Uno de los
propósitos de upasana es establecer
una relación viviente con Dios (Ishvara),
“una relación eterna entre el alma eterna y el Dios eterno”, como dice Swami
Vivekananda. El ego ordinario, del cual somos tan dolorosamente conscientes, no
es eterno, sino que está sufriendo cambios constantemente. Solo Atman, o el verdadero Sí Mismo superior,
es inmutable y eterno. Esto significa que, con el fin de establecer una verdadera
relación de amor con Dios, es necesario ser consciente del propio Sí Mismo
superior. La auto-indagación aparta al aspirante del ego y lo acerca a Sí Mismo
verdadero.
Hay una
segunda razón del porqué es deseable la combinación de las formas de meditación
objetiva y subjetiva. La meditación se lleva a cabo habitualmente en un centro
de consciencia definido, con esto nos referimos al punto donde el aspirante es
capaz de sentir el Si Mismo superior o Atman.
Es allí donde se debe fijar la mente primero, y es allí donde debe ser adorada
la deidad elegida. La mayoría de los aspirantes lo que intentan es visualizar
un punto de luz, o un loto en la región del corazón o en la cabeza, pero muchos
encuentran esta práctica es demasiado irreal o abstracta. Sin embargo, un
cierto grado de nididhyasana o auto-indagación
ayudará en gran medida a “localizar” el Centro o verdadero Sí Mismo, y de este
modo hacer que el “loto” o la “luz” adquieran un carácter significativo y real.
Antes de que el aspirante comience la sesión de meditación, encontrará mas
sencillo fijar la mente en el centro de consciencia si invierte unos minutos
“rastreando” la fuente original del “yo”. Cada vez que la mente se se aparte de
este centro, el aspirante puede aplicar este mismo método. Este es un método
mucho mejor de control de la mente que los convencionales. Aquellos que no sienten
una devoción intensa encontraran muy útil esta combinación de nididhyasana y upasana.
Hay un tercer
punto a favor de esta combinación. Upasana
incrementa el propio poder de concentración, pero no incrementa necesariamente
en el mismo grado el poder de autocontrol. Como consecuencia, puede que el
aspirante encuentre dificultades para no verse afectado por el contacto con
otras personas y los ocupaciones y distracciones del trabajo diario. Nididhyasana capacita al aspirante para mantenerse
en la verdadera morada interior, calmo e inafectado por el ambiente. Es más, impide
que el aspirante interprete equivocadamente las intensas imaginaciones y alucinaciones tomándolas por experiencias espirituales
auténticas; tal y como les ocurre frecuentemente a aquellos que únicamente practican
la meditación objetiva. Una experiencia espiritual verdadera transforma la
propia consciencia y produce cierto grado de conocimiento del Sí Mismo
superior. La auto-indagación es necesaria para reconocer esto. Finalmente, la
combinación entre nididhyasana y upasana satisface a ambos, cabeza y
corazón.
Upasana en el periodo védico
Es posible que
incluso durante el periodo védico temprano hubiese pensadores independientes y
grupos de personas que practicasen la meditación como principal disciplina
espiritual. Quizás fue así como los sistemas del Samkhya y el Yoga se
desarrollaron independientemente de los Vedas.
Upasana aparece primeramente en la
literatura védica formando parte de los rituales contenidos en los Brahmanas (la parte de las vedas que
trata sobre los ritos). Entonces el énfasis recaía sobre los ritos
sacrificiales (yajña). Encontramos en
los Brahmanas unas cuantas
prescripciones de meditaciones junto con estos ritos. Los sacrificios eran
considerados lo más importante, ademas de suficientes en sí mismos para
producir los resultados deseados. La meditación se ponía en práctica junto con
ellos, y tenía un carácter únicamente auxiliar, sin que existiese como tal de
forma independiente. El propósito de esas meditaciones era obtener algún mérito
adicional, y su ausencia u omisión no afectaba de ninguna manera a los
sacrificios. Este tipo de upasana se
llamaba angavabaddha, lo cual
significa “conectado con las partes (del sacrificio)”.
De forma
gradual, upasana fue separándose de
los rituales. En los Aranyakas
encontramos meditaciones que sustituyen a los propios sacrificios, pero las
meditaciones aún se asemejaban a los sacrificios. Eran fundamentalmente
representaciones simbólicas de los rituales exteriores. Es como si la totalidad
del ritual exterior fuese transferido a la mente. Estos upasana pueden por tanto denominarse “meditaciones sustitutivas”.
Un ejemplo bien conociendo se encuentra al principio mismo de la Brihadaranyaka Upanishad, la cual es un Aranyaka
a la vez que una Upanishad. Aquí se
ha de meditar sobre el caballo sacrificial identificándolo con el Ser Cósmico (Virat o Prajapati), siendo la cabeza del caballo el amanecer, su ojo el
sol, su prana el aire, y así
sucesivamente.[4]
El siguiente
estadio en la evolución de upasana se
encuentra en las Upanishad. Aquí las meditaciones no están conectadas de
ninguna manera con rituales, ni siquiera se asemejan simbólicamente a ellos.
Tratan directamente sobre Brahman, la
Realidad Última. Pero Brahman es un principio
trascendente que no puede conocerse a través de los sentidos ordinarios ni la
mente. Siendo así, los grandes sabios de las Upanishad utilizaron varios objetos familiares del universo fenoménico,
como el sol, el akasa (éter/espacio),
vayu (aire), el agua, prana (la energía vital), manas (la mente, palabras, etc.), a fin
de representar simbólicamente a Brahman.[5] No
obstante, lo que intentaban los sabios no era la mera concentración de la mente
en uno de estos símbolos. De haber sido así, se hubiera tratado únicamente de
una forma del ejercicio yóguico conocido como dharana. Lo que en realidad hicieron fue conectar cada símbolo con
un determinado esquema de significado –una fórmula espiritual–. En los Upanishad los upasana son meditaciones en estas fórmulas espirituales. Estas fórmulas
son dispositivos para guiar la mente desde el símbolo hasta la Realidad. Cuando
una mente que está suficientemente purificada medita en una de ellas, se le
revela su verdadero significado –la Realidad Última–. Estas fórmulas de meditación
se denominaron vidyas.
Así pues, angavabaddhas (en los Brahmanas), las meditaciones
sustitutivas (en los Aranyakas), y
los vidyas (en las Upanishad), fueron los tres estadios en
la evolución de upasana durante el
periodo védico. Sri Shankara dice que los upasana
inferiores no merecen ser llamados vidyas.[6]
Por tanto, los
vidyas representan las formas más
elevadas de upasana. La totalidad del
conocimiento de las Upanishad provino
de las meditaciones de los grandes rishis
sobre estos vidyas. Fue a través de
estas meditaciones como descubrieron las grandes verdades que están subyacentes
en el universo fenoménico. Un científico intenta comprender la verdad última
siguiendo una serie de pasos, analizando meticulosamente cada uno de ellos.
Pero en la India ancestral los sabios fueron directamente a la Realidad con la
ayuda de ciertos arquetipos mentales. Dice Deussen: “El hecho de que India es,
más que ningún otro país, la tierra de los símbolos, se debe a la naturaleza
del pensamiento indio, el cual se dedicó a los problemas mas abstrusos incluso
antes de que estuviera en una posición de tratarlos inteligentemente.”[7]
Los vidyas son arquetipos de Brahman. En la India antigua cada
maestro desarrolló su propio modelo conceptual de Brahman y lo enseñó a sus discípulos como técnica de meditación.
Fue asi como llegaron a existir tantos vidyas.
Algunas Upanishad, en especial la Brihadaranyaka, Chandogya y la Taittiriya,
son ricos almacenes de estos vidyas.
Se le llegó a dar tal importancia a los vidyas
que los Brahma Sutras tienen toda una sección dedicada exclusivamente a ellos.[8] En
realidad los vidyas tienen la llave
de las Upanishad, y nadie puede
comprender adecuadamente las Upanishad
sin comprender los vidyas.
Se dice que
los vidyas son un total de treinta y
dos[9] ,
pero los sabios ancestrales han conocido muchos más. Entre éstos, son bien conocidos,
gayatri-vidya, antaraditya, maddhu-vidya, sandilya-vidya y sahara-vidya. Esta más allá
del ámbito de este artículo tratar en detalle sobre estos vidyas. Se han de aprender directamente de maestros competentes que
hayan alcanzado la iluminación a través de ellos. Pero el linaje de los rishis védicos había terminado mucho
tiempo antes del comienzo de la era cristiana, y en ausencia de una tradición
viviente, los vidyas se dejaron de
practicar y su verdadero significado interior fue pronto olvidado.
Una de las causas
principales del abandono de los vidyas
fue el surgimiento del budismo y su influencia sobre el pensamiento hindú. Una
segunda razón fue la cristalización de la filosofía hindú en seis escuelas o darsanas, y el triunfo del sistema Advaita. La experiencia no dual se buscaba
originalmente a través de una expansión gradual de la consciencia obtenida por
medio de la práctica de los vidyas, pero
gradualmente la meta se convirtió en algo más importante que los medios. El
Vedanta abandonó sus raíces místicas, se hizo mas especulativo y polemista, y
de este modo fue más allá de la vida y de la experiencia. Una tercera razón
para el abandono de los vidyas fue la
popularidad del Yoga, y mas tarde de
los Tantras.
Bajo la
influencia del Yoga y del Tantra se desarrollaron nuevas técnicas
de meditación durante la Edad Media; técnicas que han sobrevivido hasta estos días.
Las técnicas de meditación de los tiempos modernos están fuertemente
influenciadas por el Yoga y el Tantra. Ahora estamos viendo un gran
resurgir del misticismo, y los métodos ancestrales están siendo adaptados a las
necesidades de los aspirantes modernos. Algunas personas emprendedoras están
experimentando con nuevas técnicas de meditación.
A continuación,
examinaremos los métodos tradicionales de meditación que aún sobreviven y son pertinentes
para los tiempos actuales.
[1] Ver “Concentration and meditation”, del
mismo autor; revista Prabhuda Bharata, Julio de 1980
[2] Upasananam jnanad bhedam darsayati
manasavyapararupaniti / Nididhya- sanad bhedamaha saguneti. (En “Vidvanmanoranjani
sobre Vedanta Sara” 1. 12).
[3] Vastutantro bhaved bodhah
kartutantramupasanam. (En “Panchadasi” 9. 74).
[5] Ver Paul Deussen, The Philosophy of the
Upanishads (New York: Dover Publications Inc., 1966), pp 99-125.
[6] Shankara, Comentario a los Brahma Sutras,
3.4.52
[7] The Philosophy of the Upanishads,
p.120
[8] Brahma Sutras 3.3
[9] Cf. K. Narayanaswami Aiyar, The thirty
two vidyas (Madras: The Adyar Library and Research Center, 1962). También cf.
Swami Gambhirananda, "Upanisadic Meditation," en The Cultural
Heritage of India (Calcutta: Ramakrishna Mission Institute of Culture, 1965),
Vol.1