ATMAN: EL RECUERDO SUBLIME
Frithjof Schuon
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Un extracto del capítulo IV de la obra
“Perspectivas espirituales y
hechos humanos”
Atman es pura Luz y Beatitud, pura «Conciencia», puro
«Sujeto» (*). No hay nada que no esté en relación con esta Realidad; incluso el
«objeto» menos conforme a ella es todavía ella, pero «objetivada» por Maya, el
poder de ilusión consecutivo a la infinitud del Sí. Esta es la definición misma
de la objetivación universal. Pero todavía hay que distinguir en ella dos modos
fundamentales -uno «subjetivo» y el otro «objetivo»-, el primero de los cuales
es el siguiente: entre el objeto como tal y el Sujeto puro e infinito se sitúa
en cierto modo el Sujeto objetivado, es decir, el acto cognitivo que devuelve
el objeto bruto, por análisis y por síntesis, al Sujeto. Esta función
objetivadora (en relación con el Sujeto, que entonces se proyecta, por decirlo
así, en el plano objetivo) o subjetivadora (en relación con el objeto, que es
integrado en lo subjetivo y devuelto así al Sujeto divino) es el espíritu
conocedor o discernidor, la inteligencia manifestada, la conciencia relativa,
luego susceptible de ser a su vez objeto de conocimiento. El otro modo
fundamental de la objetivación puede describirse así: para realizar el Sujeto,
que es Sat (Ser), Chit (Conocimiento o Conciencia) y Ananda (Beatitud), hay que
saber que los objetos están sobreimpuestos al Sujeto y hay que concentrar la
mente solamente en el Sujeto. Entre el mundo objetivo, que se identifica
entonces con la «ignorancia» (avidya), y el Sujeto, el Sí (Atman), se interpone
una objetivación del sujeto. Esta objetivación es directa y central: es la
revelación, la verdad, la gracia, y por tanto también el avatara, el gurú, la doctrina,
el método, el mantra. Así, la fórmula sagrada, el mantra, simboliza y encarna
al Sujeto objetivándolo; y, al cubrir, o, más bien, al «reemplazar», al mundo
objetivo, pozo de ignorancia, el mantra devuelve al Sujeto puro el espíritu
perdido en el laberinto de la objetivación. Por eso, en las tradiciones más
diversas, el mantra y su práctica, el japa, se llaman «recuerdo»: con la ayuda
del símbolo, del nombre divino, el espíritu extraviado o separado «Se acuerda»
de que él es pura «Conciencia», puro «Sujeto», puro «Sí». [...]
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Nota:
(*) La noción de «sujeto», lejos de ser sólo psicológica, es
ante todo lógica y principial y, por consiguiente, no puede limitarse a ningún
orden panicular. La subjetividad evidente de las facultades de sensación demuestra
ya que la pareja sujeto-objeto no pertenece solamente a la esfera de la
psicología. Con mayor razón, nociones metafísicas como, en el Vedanta, el
«Testigo» (Sakshi) o, en el Sufismo, el «Conocedor» (Al-Aqil, con su
complemento Al-Ma'qul, el «Conocido»), o también la «Subjetividad divina»
(Anniyah, con su complemento Huwiyah, la «Objetividad divina»), no tienen nada que
ver con la psicología.
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