domingo, 5 de junio de 2016

CONCIENCIA EN LA ULTRATUMBA


CONCIENCIA INICIÁTICA 

EN LA ULTRATUMBA 


“Ea” (Julius Evola)



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bardo thodol


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Artículo extraído de "La Magia como Ciencia del Espíritu" (Grupo de Ur).

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El texto Bardo Todol, que es conocido con el nombre de "Libro Tibetano de los Muertos", es ya famoso en diferentes ambientes nuestros, sea por una traducción inglesa de W. Y. Wentz. y del lama Kazi Dawa-Samdup editada por la Universidad de Oxford en 1925, sea por una traducción italiana más reciente del orientalista Giuseppe Tucci (ed. Bocea, Milán, 1949). En las anteriores ediciones de estos volúmenes a este texto le había sido dedicada una monografía, que sin embargo hemos reputado oportuno suprimir puesto que su contenido ha sido retomado casi íntegramente en un apéndice del libro de J. Evola, “El yoga de la potencia”. Aquí valdrá la pena poner en luz algunos puntos fundamentales y característicos de aquel texto a fin de completar lo que ya ha sido dicho sobre estas páginas acerca del post-mortem.

1) En primer lugar el texto tibetano pone de relieve que, después de la muerte, no se desarrolla un acontecimiento fatal, sino que son posibles, de parte del espíritu de quien físicamente ha muerto, acciones que pueden ser decisivas para su posterior destino. Esta concepción no se halla sino raramente explícita en otras tradiciones, en especial si son de carácter religioso. Hacen una excepción al respecto quizás la tradición del antiguo Egipto, que conoció ella también un Libro de los Muertos, y en parte la del orfismo griego y de la misteriosofía gnóstica y gnóstico-kabalista.

2) El segundo punto a resaltar es que esta posibilidad de actuar en la ultratumba no le sería ofrecida a todos. El texto tibetano se refiere a quien en la vida haya ya seguido la Vía y que, si es que no alcanzó una iniciación completa, por lo menos haya adquirido un cierto grado de "conocimiento". Una gran importancia es atribuida a la actitud asumida en el momento de la muerte (si es que el tipo de muerte consiente una suficiente lucidez); en los ambientes en los que ha sido compuesto el texto en cuestión, las enseñanzas del mismo, referidas a las experiencias a esperarse en el post-mortem, su verdadera naturaleza, su sentido y la actitud a tomar frente a las mismas son recordadas al que muere por un Maestro o por un Lama.

3) Las cualidades fundamentales requeridas para actuar en el más allá -disciplinas adecuadas para los vivos que deben haber sido desarrollado- son la capacidad de concentrar y fijar la mente, sobre todo la imaginación, la intrepidez, la capacidad de gobernar la angustia, el terror, el deseo o la aversión, de "congelar" toda reacción instintiva desde lo profundo. Sin ello, dice el texto, todas las "devociones" practicadas estando vivos son inútiles. El recogimiento yoga de la mente en un punto sin dimensiones (ekagrya) es presupuesto también para mantener la continuidad de la conciencia a través de los cambios de estado que se verifican enseguida tras el venir a menos del cuerpo físico.

4) El trasfondo del texto es la doctrina esotérica de la Identidad Suprema, de acuerdo a la formulación propia del Mahayana y Vajrayana. De acuerdo a esta doctrina, el hombre en su esencia o dimensión más profunda hace una misma cosa con el Principio, y en las estructuras de su ser, también con las diferentes potencias divinas. Pero él no tiene conciencia ele ello. Y ésta, la conocida teoría de la ignorancia metafísica, de la Avidya, que por sí sola determina la existencia finita y contingente, enreda en un mundo de ilusión y en un juego de acciones y reacciones, y da lugar a condicionamientos fatales. Como "conocimiento" se entiende el de tal identidad, corno algo vivido o presentido.

5) En la experiencia de ultratumba acontece, por decirlo así, la ruptura del velo de la ilusión. Si subsiste, el principio consciente se encuentra en la tarea de experimentar lo que el mismo es y siempre ha sido metafísicamente; directamente, en forma ele visiones de seres, de dioses, y de mundos ultra-terrenales. Por esto, el grado del "conocimiento", es decir la capacidad de remover la ilusión de toda dualidad, constituye lo esencial en todas las pruebas de la ultratumba.

6) En el texto, el orden de las experiencias es en cierto modo el inverso del considerado por otras enseñanza para un destino común en la ultratumba. Tal como ha sido referido, estos últimos consideran dos muertes. La una es la del organismo físico, la otra, que acontece después de un cierto período, es la del elemento psíquico y sutil, herencia de la individualidad humana, con el cual el alma del muerto ha quedado vinculada y que finalmente se disuelve también. En este punto se presentaría la gran alternativa: un oscurecimiento, o bien la liberación del desnudo núcleo espiritual y su transfiguración en la Luz, cuando durante la vida este principio haya sido ya en parte despertado y consolidado, y cuando, en general, haya sido éste el que oficiara de centro en la existencia del sujeto. De no ser así, de acuerdo al texto tibetano, después de un breve período de desfallecimiento (de cerca de tres días y medio) y del "pasaje a través de los elementos" ("Tierra que se disuelve en Agua, Agua que se disuelve en Fuego, Fuego que se disuelve en Aire", como experiencias interiores), se presenta enseguida la prueba suprema, la experiencia del Ser en estado puro, deslumbrante, arrollador, rabiosamente aterrorizador, con el "sonido de mil truenos". Si el alma tiene la capacidad de identificarse con ello, casi lanzándose más allá de sí, ardiendo en sí todo lo que es "otro" e "ignorancia", en un instante habría obtenido la Gran Liberación. Si en vez de ello, por miedo, por la acción de las raíces que la "ignorancia" ha puesto en el curso de la existencia finita, no es capaz de ello, la posibilidad más alta ofrecida por la vía de la ultratumba es perdida.

7) El texto habla de experiencias ulteriores que se ofrecen entonces a quien ha fracasado. En éstas es la misma realidad suprema, metafísicamente idéntica al Sí, la que aparece, pero sin embargo no más en estado puro y sin forma, sino bajo la especie de figuras divinas. Puede tratase de "proyecciones" dramatizadas como visiones de las divinidades que se han adorado en vida (diferentes pues, de acuerdo a los cultos, pero metafísicamente equivalentes). Aquí nuevamente es decisiva la capacidad de "identificación", la cual evidentemente depende de la intensidad y de la profundidad de un precedente culto no simplemente devoto. Si la apariencia de entidad en sí presentada por estas proyecciones trascendentales se impone al alma, la prueba fracasa. Si en vez de ello llega la identificación, le es asegurada al alma una cierta condición de supervivencia "divina", como sustituto de la Gran Liberación. Primero se verían divinidades gloriosas, poderosas, radiantes, y benévolas, pero si la nueva prueba fracasa, las mismas se transformarían caleidoscópicamente en divinidades terroríficas, airadas, destructivas, en las cuales casi se encarna el mismo miedo del alma, lo cual convierte evidentemente en aun más difícil la identificación, salvo que en la vida se haya practicado el culto de divinidades de tal tipo y se lleve consigo la imagen.

8) El texto usa la imagen de una pelota elástica lanzada con fuerza al suelo, que tiene rebotes cada vez menos altos, para caracterizar la sucesión de estas experiencias en su curso descendente. Si han fracasado las alternativas y las pruebas antes mencionadas, ello quiere decir que en el alma predominan tendencias y complejos que se oponen a su des-condicionamiento completo. En el texto se habla de subsiguientes fantasmagorías a ser explicadas con la acción de tales tendencias, con consecuencias fatales. Pero ello exhorta aun a no abandonarse, a sacudirse, a recordar las enseñanzas recibidas, a no ceder a la ilusión y a frenar la imaginación y el ánimo, puesto que todo esto que se llegará a experimentar secuencialmente se reduce siempre a "proyecciones" privadas de realidad propia. La fantasmagoría de las formas y de los paisajes, de los démones que persiguen y todo lo demás no es sino un juego de la imaginación convertida en mágicamente libre. La incapacidad de frenar las correspondientes reacciones impetuosas de parte del alma aterrorizada o estática, el movimiento de buscar refugio, de abrirse a situaciones voluptuosas, etc., conducen exactamente al alma ignorante hacia una determinada sede o "nacimiento" en un mundo condicionado, en una sucesión descendente. Así el texto exhorta al alma a "recordarse" también aquí, a superar la ilusión, a darse cuenta de que tiene que contar sólo consigo misma y con lo que ha determinado en sí misma, que ella misma será la artífice de su destino.

9) También en estos estados que representan una caída y la pérdida de las posibilidades más altas ofrecidas por la ultratumba, son consideradas, casi diríamos in extremis, acciones para evitar lo peor: en base a un retomarse a sí mismo y al uso de conjuros (fórmulas para "cerrar la matriz de un determinado nacimiento"), o bien en base al hecho de que si se es transportado en un movimiento que ya no se puede detener más, queda aun posible sin embargo guiar en parte tal movimiento. Aun así, también en esas circunstancias, en el campo de estas últimas posibilidades, el frenar la mente, el no ceder a las emociones irresistibles de atracción o de repulsión, las cuales ponen en juego al alma, son indicados como el factor decisivo.

10) Si nuevamente se viene a menos, ello quiere decir que en el alma prevalece la "brama", la sed de vida, de encarnación terrestre. Un último resto de libertad es contemplado para evitar determinados nacimientos. En cada caso, el epílogo se vincula a una situación casi freudiana: en razón de un ciego, turbio apetito, el alma aun desencarnada vería la copia, unida en un amplexo, que deberá generarla. Si la anterior existencia había sido de hombre, ella brama a quien será su madre, si en cambio lo había sido de mujer, a quien será su padre. Ella hace propio el goce de los dos en el orgasmo; con lo cual es atraída en la matriz . Entonces la consciencia es partida, las "aguas" se encierran sobre el caído, el cual " renaciendo muere" hasta que en el nuevo término, con las posibilidades dadas por las nuevas causas que creará, será reconducido ante las mismas pruebas.

Nuestro texto concuerda en parte con la enseñanza hinduista acerca de las dos vías del post-mortem, la vía divina de quien "no vuelve más", y la denominada "vía de los padres" (con el volver a pulular de una determinada estirpe). Una claridad y lógica no común caracterizan al "Libro tibetano de los Muertos". El mismo deja aparecer el carácter de espantapájaros y de opiáceo presentado por las representaciones comunes religiosas y populares acerca de la ultratumba, con juicios divinos y demás, desmitologizando también el sentido que pueden tener las ideas de paraísos, purgatorios e infiernos.

Es de destacar el especial relieve dado a las cualidades a adquirir estando vivos con adecuadas disciplinas y con el control del propio ánimo, por su utilidad no sólo en esta existencia y proceder a lo largo de la Vía, sino también en la ultratumba en la lucha por el propio destino.

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