INTERPRETACIÓN
METAFÍSICA
DE LA TRINIDAD
Abbé Henri Stéphane
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Las tres interpretaciones de la Trinidad dadas por F. Schuon[1] pueden obtenerse por transposición metafísica[2] del dogma cristiano, bien a partir de las Hipóstasis[3], o bien a partir de las Procesiones[4] divinas, por medio de un conjunto de correspondencias
analógicas[5] o de «identificaciones misteriosas» entre los
elementos de las tres «representaciones».
En el caso de las Hipóstasis, la base de la analogía será la
«determinación»; en el caso de las Procesiones divinas, será la Inteligencia y
la Voluntad, o equivalentemente el Conocimiento y el Amor. Estas «bases de
analogía» nos dan la clave de la transposición metafísica en cuestión. En
la representación latina, las tres Hipóstasis están situadas en el mismo plano
ontológico y de alguna manera horizontal; se las puede mirar como
«determinaciones» particulares de la Esencia[6] divina.
El Padre es un «terminus a quo» (punto de partida) -en sentido
escolástico- y el Hijo un «terminus ad quem» (punto de llegada), y ocurre
lo mismo con el Espíritu Santo. La transposición metafísica, que desemboca en
la primera interpretación de F. Schuon, opera un enderezamiento vertical: «La
perspectiva "vertical" (Sobre-Ser, Ser, Existencia) ve las Hipóstasis
como "descendentes" de la Unidad o del Absoluto; o de la Esencia, si
se quiere, los grados de la Realidad». Se trata entonces de
"determinaciones" de lo Indeterminado, determinaciones evidentemente principales,
puesto que a este nivel no se sabría "salir" del Principio.
El Ser, según René Guénon, es la primera determinación del No-Ser[7]. Esta determinación corresponde al Hijo, primera
«determinación» del Padre. En cuanto a la Existencia, debe ser considerada
evidentemente en su realidad principal; se identifica entonces con Mâyâ[8] o la «Posibilidad
universal»; es Mâyâ, en tanto que Theotokos[9], la que permite a Dios «existir», y es también el
Espíritu Santo el que «revela» el Padre y el Hijo a ellos mismos.
Las «Hipóstasis descendentes» aparecen así como los grados de la Realidad (principial),
o como determinaciones de lo Absoluto en lo relativo, pero siempre in
divinis, lo cual les confiere el carácter «ilusorio» de Mâyâ, ya que
es in divinis como Mâyâ debe de ser «concebida» (la Inmaculada
Concepción). Mâyâ es entonces el "Juego" de Dios consigo
mismo, y se identifica así con la Sabiduría: «YHVH[10] me ha poseído desde el comienzo de sus caminos, antes
de sus obras más antiguas. Yo fui fundada en la eternidad (...) Yo era su obra,
gozándome cada día, y jugando sin cesar en su presencia» (Libro de los Proverbios VIII, 22-31). Es por lo tanto Ananda, la Beatitud, el Amor:
«Yo soy el océano de Infinita Felicidad, y es en mí que, al aliento caprichoso
de Mâyâ, se elevan o se apaciguan todas las olas del universo»[11]
En las consideraciones precedentes, Ananda -que es el tercer término
del ternario vedantino Sat-Chit-Ananda[12] - aparece
nítidamente como el análogo del Espíritu Santo en la segunda interpretación de
la Trinidad dada por F. Schuon, la que corresponde precisamente a este
ternario. Esta «perspectiva horizontal suprema» sirve así de intermediario
entre la «perspectiva horizontal no suprema» (Padre, Hijo, Espíritu) y
la «perspectiva vertical» (Sobre-Ser, Ser, Existencia)[13] . De hecho, el papel de intermediario jugado por Sat-Chit-Ananda,
va mucho más lejos. Permite en efecto pasar de la consideración de las
Hipóstasis a la de las Procesiones divinas, poniendo así a la luz la perfecta
coherencia del Misterio trinitario o más bien de su expresión a la vez
teológica y metafísica, y en particular de los dos modos de analogía que
permiten la transposición[14] .
En la procesión de Inteligencia por la cual el Padre (Sat) engendra
al Hijo (Chit), el Padre no conoce ningún «objeto»: «Tú no puedes
conocer a Aquel que hace conocer lo que es conocido, y que es su Sí mismo en
todas las cosas. Lo mismo que Dios mismo no conoce aquello que él es, porque Él
no es ningún "esto"»[15] . Dios (Sat)
es conocimiento Puro y Absoluto (Chit), conocimiento de "nada".
Por eso mismo, este conocimiento se identifica a la Ignorancia (la Docta
ignorancia) que no es otra que Mâyâ. Esta última, en tanto que Shakti[16] de Brahma[17], no es otra que la Omni-Posibilidad, la Omni-Potencia,
la Voluntad, el Amor puro y Absoluto, el Espíritu Santo, que procede así del
Padre (y del Hijo) por modo de Voluntad, y que es también Beatitud (Ananda).
Es en este contexto donde se sitúa entonces el misterio o el «milagro»
de la Existencia, bajo cualquier modo que sea, desde el instante que ese
modo está devuelto a su Principio, del cual no está separado más que
ilusoriamente. No es en vano que la teología enseña que Dios ha creado el mundo
por amor, pero no por «amor al mundo» que no tiene más que una
existencia ilusoria (el juego de Mâyâ), y que no existe más que para
permitir al Uno sin segundo afirmar que todo otro «diferente de El» no existe.[18]
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[1] F. Schuon,
Comprender el Islam.
[2] Esta palabra
designa en la obra de Aristóteles la parte de la reflexión teórica que viene
después de los tratados de física. El empleo de la palabra se ha generalizado
para designar la parte superior del saber, la que remonta a las causas primeras
y a los principios primeros de los seres.
[3] Palabra griega que
designa la substancia individual o la persona. En el vocabulario cristiano,
designa las Personas de la Santísima Trinidad.
[4] Acción por la cual
una Persona divina da origen a otra Persona.
[5] Una correspondencia
analógica es la que está hecha en virtud de una analogía o de un símbolo,
siendo analogía: «proporción entre realidades o conceptos diferentes que
permite calificarlos los unos por los otros, o incluso por un término único que
conviene a todos en razón de una cierta similitud»
[6] Lo que funda el ser
de la cosa; aquello por lo cual una cosa es lo que es (id quio res est id
quod est)
[7] El «No-Ser» en el
sentido guenoniano corresponde al «Sobre-Ser» de Schuon, del que se ha hablado
más arriba.
[8] La Shakti (ver nota
16) o potencia de Brahman (ver nota 17). La noción de Mâyâ es muy compleja; se
traduce a menudo por «ilusión cósmica», pero ese no es más que uno de los
aspectos de Mâyâ, que es también el «Juego Divino» y la «Posibilidad
Universal».
[9] Madre de Dios, «la
que alumbra a Dios»; título dado a la Virgen María en el 431 por el concilio de
Efeso.
[10] Tetragrama sagrado
del Nombre inefable de Dios. Los judíos dicen «Adonai» (mi Señor) cuando leen
la Biblia. La vocalización Jehovah es antigua, pero la de las Biblias modernas
(Yaweh o Yavé) no tiene ningún sentido.
[11] Viveka-Suda-Mani,
de Shankaracharya.
[12] Palabra sánscrita
que significa Ser-Consciencia-Beatitud, las tres características de la Realidad
absoluta (Brahman).
[13] Según F. Schuon en
la obra citada anteriormente (Comprender el Islam), la perspectiva horizontal
«suprema» corresponde al ternario Sat-Chit-Ananda y ve la Trinidad en cuanto
que está oculta en la Unidad; la perspectiva horizontal no suprema
(Ser-Sabiduría-Voluntad o Padre-Hijo-Espíritu) sitúa la Unidad como una esencia
oculta en la Trinidad.
[14] Es remarcable que
un exoterista como el padre Monchanin haya reconocido en el Sat-Chit-Ananda lo
que se aproxima más a la Trinidad cristiana, pero hay donde él no ve más que
una «aproximación» del misterio cristiano, el metafísico ve una transposición
metafísica. Ver J. Monchanin y H. Le Saux, «Ermites du Saccidananda».
[15] Comienzo del Brihadaranyaka
Upanishad, III, 4,2.
[16] La potencia de
manifestación de Brahman (ver nota 17), la Omni-Posibilidad u Omni-Potencia
divina. Ver también Mâyâ (nota 8).
[17] Nombre neutro que
designa el Principio supremo en la metafísica del Vedanta (el punto de vista
más elevado de la doctrina hindú, es decir el que llega a la metafísica pura,
Shankara (nota 11) es su doctor más eminente).
[18] L. Schaya, La
Doctrina sufí de la Unidad.