LOS CUATRO “PURUSHARTAS”
O PROPÓSITOS DE LA VIDA
Swami Satyananda Sarasvati
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Extracto del libro titulado “El Hinduismo” (Fragmenta
Editorial, 2014)
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Los cuatro fines u objetivos de la vida
humana según el hinduismo son dharma, la acción armoniosa y noble; artha, la
abundancia material; kama, la satisfacción de los sentidos, y moksha, la
liberación o el estado de plenitud espiritual. La tradición hindú considera que
el ser humano aspira de manera innata a estos cuatro objetivos, ya que le
aportan plenitud y dicha, y esa felicidad es lo que todo ser anhela
profundamente en su existencia.
El primer objetivo de la vida es el dharma,
y es la base de los otros tres. Tal como dice el Mahabharata, aquello que no
perjudica a ninguna criatura es verdaderamente el dharma, ya que el dharma fue
creado para mantener la creación libre de todo mal. Pero podemos preguntarnos:
¿cómo se expresa el dharma en la vida del ser humano? Los textos antiguos
exponen que hay un dharma general o universal, denominado samanya dharma, y un
dharma específico o particular, denominado vishesha dharma. El samanya dharma
es el mismo para todos los miembros de la sociedad y, según Manu, consta de las
diez virtudes o cualidades siguientes: la perseverancia, la paciencia o el perdón,
el autocontrol, el abstenerse de robar, la pureza y pulcritud tanto internas
como externas, el control de los sentidos, el discernimiento o el anhelo de
aprender, el conocimiento espiritual, la veracidad y la ausencia de enfado.
Manu las resume en cinco virtudes fundamentales: no dañar, veracidad, no
apropiarse de los bienes de los demás, pureza o pulcritud externas e internas,
y control de los sentidos. Estas cualidades son universales y han de ser observadas
por todo el mundo. Este es el sumario, el dharma esencial de los cuatro varnas
o castas. Tal como escribe Alvaro Enterría:
“ A diferencia
de la concepción moderna, en la que se hace hincapié en los derechos y se
considera que todo el mundo tiene derecho a todo, la India clásica da
preeminencia a los deberes y sostiene el principio de adhikara, la
cualificación necesaria que lo hace a uno digno de recibir algo. Para obtener
un derecho o privilegio, hay que demostrar primero que uno es digno de él, que
es un «recipiente» adecuado.”[1]
En síntesis, el ser humano tiene unos
deberes hacia sí mismo y hacia la sociedad que lo rodea y sustenta. Según la
cosmovisión hindú, el hecho de estar vivo en un cuerpo humano no se considera
mérito suficiente: hay que vivir en la virtud y la nobleza de carácter para
participar de los beneficios de la sociedad. Seguir estas normas del dharma en
el transcurso de los diferentes estadios de la vida daría como fruto una
sociedad que, anclada en estos valores, permitiría expresar plenamente las
potencialidades de cada ser humano. Los vishesha dharmas son los dharmas o
deberes específicos, como es el caso del varnashrama dharma, el dharma según el
varna, la casta y el estadio de la vida; el raja dharma, el dharma de los reyes
y gobernantes; el kula dharma, el dharma de la propia familia; el stri dharma,
el dharma de la mujer; el svadharma, el propio dharma. Los textos antiguos
insisten en que para interpretar adecuadamente el dharma hay que considerar en
todo momento la crucial importancia de desha y kala, el lugar y el tiempo. Así,
las normas del dharma se han de interpretar siempre según la época o el
momento, el lugar, las condiciones de la sociedad, es decir, en un contexto
total.
El segundo purushartha u
objetivo de la vida es artha, la prosperidad y la abundancia que todo
ser humano desea. El ser humano requiere artha porque necesita unos medios para
vivir y expresar su potencial en la sociedad. Sin cierta riqueza, la vida en el
ámbito social no es posible. Los progenitores han de procurar la prosperidad a
los suyos, y de manera similar los reyes o gobernantes necesitan artha o riqueza
para proteger el reino y poder gobernar.
El tercer purushartha es kama,
la satisfacción de los de- seos de los sentidos. El mundo entero se mueve por
el deseo, ya que toda acción se apoya en el deseo. Manu lo expresa así: «Ni una
sola acción es realizada por un hombre libre de deseo; ya que todo lo que el
hombre hace [es resultado] del impulso del deseo.»[2] Kama,
entendido como deseo sexual, al cual la palabra hace referencia, siempre que se
desarrolle en armonía con el dharma, es de vital importancia como fuerza
primordial y generadora. El profesor Arvind Sharma compara esta cosmovisión,
que abraza la totalidad de la vida, con algunas de las ideologías modernas:
“La crítica hindú más importante a la psicología freudiana radicaría en el
hecho de que esta reduce equivocadamente la totalidad de la vida solo a kama;
(y de manera similar argumentaría) que el marxismo intenta reducir la totalidad
de la vida a artha. El esquema hindú evita todos los problemas que surgen de
tal reduccionismo.”[3]
Los sabios hindúes dicen
que artha y kama han de estar constantemente guiados y gobernados por el
dharma. Siguiendo su dharma, una persona puede vivir una vida noble y disfrutar
a la vez de artha, abundancia material, y de kama, el placer de los sentidos.
El cuarto purusharta es moksha,
la liberación o el fin de toda limitación, la trascendencia de la condición humana,
la unión con la divinidad o el reconocimiento de la divinidad en todo. Este es
el objetivo más elevado, el de- nominado parama purusharta, el objetivo
supremo, que corresponde a la aspiración del individuo a la trascendencia. Una
persona que ha logrado plenamente este objetivo es un jivanmukta o liberado en
vida: en el mundo tradicional es alguien altamente respetado, cuya guía y
compañía se consideran una gran bendición. Moksha, la liberación, es la
consumación de todo lo que es noble en la vida:
«De todas las acciones, como los sacrificios, los rituales, las disciplinas,
la no violencia, la caridad, el estudio de los Vedas, el dharma más elevado es
el conocimiento del propio ser por medio del yoga.»[4]
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