¿Qué prueba hay de la existencia de Dios?
Madhavacharya Sâstri
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Extraído de "Dharma digdarasan uttararddha", Madhava Pustakalaya, Delhi, 2004
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Entonces le diremos que no le hemos preguntado sobre su comunidad, trabajo, país u otro atributo, sino sobre la existencia que posee todos esos atributos, esto es: « ¿Quién eres tú?». Entonces nuestro hombre, excitado, se verá finalmente forzado a responder: « ¿Que quién soy yo? Estoy de pie frente a ti... Un metro setenta... Mira y examina, ¡no eres ciego!»
Preguntamos entonces con paciencia: «Bien, examinemos ahora si verdaderamente te extiendes por un metro setenta o no». Señalando con el dedo desde la cabeza hasta los pies, le iremos preguntando: « ¿Qué es esto? ¿Y esto?». La persona responderá entonces que «esto es mi cabeza, estos son mis ojos, esto es mi vientre, estos son mis pies, etc.».
Le explicaremos entonces que «si esta cabeza es tuya, ¿entonces quién eres tú, el que posee esta cabeza?». De la misma manera, si los ojos, la nariz, el vientre, los pies, son «tuyos», ¿entonces «tú» -el poseedor de estos miembros- quién eres? De la misma manera que al decir «mi casa» no me transformo en mi casa, sino que mi existencia es independiente y separada, así «yo» y «lo mío» constituyen dos cosas distintas... Así pues, ¿cómo admitiremos que eres algo de un metro setenta? Sí, tu cuerpo mide un metro setenta.
En este momento nuestro hombre se preocupará por su propia existencia, y terminará diciendo: «El cuerpo es mío, yo soy la "consciencia" que impregna el cuerpo». En este momento, nuestro hombre ha reconocido que la prueba suprema de su existencia es su cuerpo.
Ahora bien, de la misma manera que el cuerpo del hombre es la prueba de la existencia de su consciencia, también este universo perceptible es la prueba de la existencia de Dios (lshvara), la consciencia que penetra el universo (brahmânda).
Así como el cuerpo humano es inconsciente y denso y el que lo habita es consciente y sutil, de la misma manera este universo es inconsciente y denso, pero el alma suprema (paramâtmâ) que lo permea es consciente y sutil. La única diferencia es que la consciencia que habita el cuerpo humano de un metro setenta es jiva + âtmâ (el alma individual), mientras que la consciencia que habita el inconmensurable universo es parama + âtmâ (el alma suprema): el calificativo específico de uno es jiva, y el del otro parama. Si quitamos los dos calificativos, âtmâ permanece en los dos, el mismo en el macrocosmos (anda) y en el microcosmos (pinda). Este es el misterio de base del advaita [no-dualidad].
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