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jueves, 7 de junio de 2018

SHANKARA: Tat Tvam asi (III)




SHANKARA 

Tat tvam asi

 (III)


Reza Shah Kazemi



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Tercera entrega de la traducción, inédita hasta la fecha en castellano, del  capítulo titulado "Shankara: Tat tvam asi", perteneciente libro "Paths to tracendence according to Shankara, Ibn Arabi y Meister Eckhart" de Reza Shah Kazemi. Publicado en la editorial World Wisdom, Inc, 2006. (Traducción al castellano de Roberto Mallón Fedriani)


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Segunda Parte 
El ascenso espiritual


En esta parte se abordará el proceso por medio del cual la consciencia interior de jivatman(alma individual) realiza su verdadera identidad con Brahman, siendo la realización de esta identidad mukti, o moksha– la “Liberación”, o el logro más elevado posible para un hombre en este mundo. Es este el Nihsreyasa, el valor supremo cuya realización implica que todo lo que tiene hacerse se ha hecho (krta-krtya).

Antes de examinar la naturaleza de este logro trascendente, es importante dejar establecidos determinados puntos de referencia no-trascendentes, con el fin de poder situar la trascendencia, por decirlo así, a contrario. La comprensión de lo que constituye la realización trascendente requiere saber qué es aquello que se esta trascendiendo. Esta aproximación epistemológica que procede sobre el supuesto de un ascenso espiritual desde los grados mas inferiores del ser y la consciencia, hasta el nivel trascendente, es conforme con la estructura ontológica básica prevista por Shankara:

Todo este mundo consiste en una jerarquía de más y más efectos sutiles y globales que constituyen la causa material de cualquier cosa que sea más grosera. Y el conocimiento de esta jerarquía conduce al concepto del Ser como soporte suyo.[1]

Cualquier cosa que esté más cerca del polo material, es menos sutil y global que se causa principal; y cuanto más cercana esté esta causa a la cima de la jerarquía, tanto más consciencia y realidad posee -siendo la cima misma, el Absoluto, Consciencia y Realidad incondicionada.

Así pues, el proceso de realización puede analizarse en términos de una imagen reflejada de esta ontología: lo que objetivamente se concibe como “superior” en la cadena ontológica de la causalidad, se verá subjetivamente como “más profundo” en el proceso de realización del Sí Mismo. Sin embargo, Shankara afirma que en principio no es necesario un ascenso así por los estadios para la realización suprema. Puede tener lugar instantáneamente sobre la base de la sola escucha de los textos sagrados que afirman la identidad entre la esencia del alma y el Absoluto. Por esta razón se debería empezar con un examen del papel del rol que juegan las Escrituras en la realización del Sí Mismo, y después continuar con una evaluación de los estadios jerárquicos a lo largo del camino que lleva a esa realización. Tras la sección sobre las Escrituras vendrán cinco secciones que tratan sobre la acción, el  rito, la meditación, la concentración, y la Liberación.

  

1.    El rol de las Escrituras

Dado el hecho de que el Absoluto es “aquello ante lo que las palabras retroceden”, puede parecer extraño observar la importancia que otorga Shankara al papel jugado por las Escrituras -a primera vista un conjunto de “palabras”- en relación a la realización del Absoluto. Teniendo en mente que para Shankara esta realización consiste en el conocimiento del Absoluto y no ninguna otra cosa -dejando a un lado por ahora la naturaleza y el grado ontológico de ese conocimiento-, la siguiente afirmación muestra cuán central es el rol que concede Shankara a las Escrituras; dice: “solo puede conocerse a través de la autoridad de la Revelación”.[2]

Esto significa que las Escrituras no solo constituyen el único medio objetivo para transmitir el conocimiento doctrinal válido del Absoluto, sino que determinadas frases clave de las Escrituras tienen la capacidad de conferir la iluminación inmediata, si bien esto está condicionado por la disposición del que las escucha. Desde el punto de vista del no-dualista, el propósito primario del Veda es “poner fin a las distinciones imaginadas por causa de la ignorancia”[3], siendo ésta la manera en la que se puede decir que “comunican” aquello que es estrictamente inexpresable. Se considera que todos los textos Upanishádicos, sin excepción, están preocupados directa o indirectamente con el establecimiento de la verdad una, a saber, “Tú eres eso” (Tat tvam asi); y la función de esta frase fundamental es a su vez “acabar con el convencimiento de que uno es el alma individual capacitada para la acción y la experiencia empírica en el reino de las modificaciones ilusorias.”[4]

En respuesta a la cuestión sobre cómo puede una frase abstracta dirigida a la mente -y por tanto algo que no es el sí mismo- resultar en la realización del Sí Mismo “concreto”, Shankara dice que, si bien es verdad que todas la frases relativas a lo que “no es el sí mismo” producen solamente un conocimiento abstracto, “no ocurre la mismo con las frases acerca del Sí Mismo más interior, pues hay excepciones, como ocurre con el hombre que cayó en la cuenta que era el décimo.”[5]

En su momento veremos la relevancia de la referencia al “décimo”. El impacto de las frases que afirman el Sí Mismo, es infinitamente mayor que el de ninguna frase que verse sobre lo que no-es-el-sí-m ismo, porque el conocimiento del Sí Mismo prexiste a cualquier vehículo accidental por medio del cual pueda comunicarse este conocimiento extrínsecamente. Este conocimiento es unocon el verdadero ser del alma individual, la cual no es en realidad otra cosa que el Sí Mismo indivisible; pero es un conocimiento que se ha ocultado por el velo de la individualidad, y por tanto por la “mutua superposición del Sí Mismo y el no-sí-mismo llamado ignorancia”.[6]  

Esta superposición mutua se puede resumir del siguiente modo: primero se superpone el Sí Mismo sobre el no-sí-mismo -esto es, sobre la mente individual, los sentidos y el cuerpo- de modo que este compuesto de relatividades es considerado falsamente como “mi mismo”; entonces este compuesto se superpone sobre el Sí Mismo, de modo que se considera falsamente que el Sujeto único y Universal tiene las características objetivas de un individuo particular y relativo con un cuerpo y un alma, todo lo cual resulta en una concepción antropomórfica del Absoluto.

La frase que afirma la verdadera naturaleza del Sí Mismo despierta al jivaa su propia identidad verdadera -el Sí Mismo-, disipando esta superposición mutua nacida de la ignorancia; un conocimiento que más que ser enseñado es recordado. Este es el significado de la referencia la “décimo”: cuando se le hace ver el error, el hombre que solo cuenta otros nueve, y que está perplejo porque originalmente eran diez en el grupo, se da cuenta instantáneamente de que él es el décimo.

De forma análoga, en último análisis es el conocimiento preexistente del Sí Mismo el que constituye el fundamento del poder revelador de las Escrituras; no es que las Escrituras impartan o enseñen una verdad que uno ignora a priori. Siendo así, vemos a Shankara decir:

De hecho, el Sí Mismo no es desconocido (aprasiddha) para nadie. Y las Escrituras, que son la autoridad final, obtienen su autoridad respecto al Sí Mismo sirviendo únicamente para eliminar la superposición de los atributos ajenos a Él, no como revelaciones de aquello que fuese completamente desconocido.[7]

Si el propósito verdadero y la función trascendente de las Escrituras es eliminar todo concepto falso de alteridad y diferenciación, Shankara debe explicar la existencia de tantas referencias en los textos a los distintos mundos en los que tiene lugar en renacimiento conforme a los niveles de mérito y los distintos tipos de acciones rituales, todo lo cual aparece ligado con la diversidad, y por tanto con el no-sí-mismo. Si solo el Sí Mismo es el que merece la realización, y si todas las demás aspiraciones están dirigidas necesariamente hacia estados transitorios y “regiones perecederas”, ¿por qué entonces parecen alentar las Escrituras estas aspiraciones?

La pregunta la plantea el discípulo al maestro en la primera parte de Upadesha Sahasri, y se da la siguiente respuesta:

El Veda elimina gradualmente la ignorancia de aquel que no sabe como obtener lo que desea y evitar lo que no desea… Después, erradica la verdadera ignorancia, la cual es visión de la diferencia y origen de la vida transmigratoria.[8]

Lo que parece estar diciendo Shankara aquí es que el individuo que está inmerso en la ignorancia, que busca evitar el sufrimiento y disfrutar de lo placentero, y que lo hace en el plano de la manifestación exterior, -una persona así- no será capaz de captar inmediatamente ni la verdad, ni la relevancia de la doctrina del Sí Mismo. Sin embargo, al buscar lo deseable (conforme a las Escrituras) está de hecho buscando la felicidad absoluta del Sí Mismo; y en la medida que evita lo indeseable (conforme las Escrituras), se distancia a sí mismo de las ilusiones más dolorosas que conllevan la identificación con lo que no-es-el-sí-mismo. Por consiguiente, las Escrituras operan en forma de upayadentro del marco que es inmediatamente inteligible para un individuo así, y orientan su modo de consciencia y de ser en una dirección ascendente, de tal modo que la meta que anteriormente se consideraba como absolutamente deseable en sí misma, se va viendo gradualmente como un estadio en el camino que conduce a la meta más elevada: la realización del Sí Mismo.

De este modo, esta “eliminación gradual” de la ignorancia puede verse como una respuesta a la necesidad de transigir con las concepciones limitadas del individuo medio, para el que el mundo y el ego aparecen como algo concreto y real, mientras que el Sí Mismo supraindividual e incondicionado aparece como una abstracción. Invertir este cuadro de forma inmediata -eso parece querer decir implícitamente Shankara- sería inefectivo; más bien se debe poner énfasis en primera instancia sobre una concepción  distinta de los estados póstumos -los cuales, si bien son ilusorios desde el punto de vista del Sí Mismo, sin embargo corresponden a una realidad vivida para aquellos que están atados por la relatividad.

Por tanto, dentro del ámbito de la ilusión, resulta legitimo hablar de una jerarquía ascendente de “grados” que conducen a  la realidad de la suprema consciencia del Sí Mismo y que finalmente son consumados por ella. El aspecto exterior del grado en cuestión es la “morada” particular dentro del pleroma divino, y su contrapartida interna se corresponde con la “debilitación de la ignorancia”, de tal manera que, a medida que el individuo se aproxima a la realidad interior de la consciencia del Sí Mismo, se puede decir -en sentido figurado- que “entra” en un mundo más elevado.

Esta aplicación de la doctrina escatológica a los estados de consciencia en el plano terrenal, no niega la realidad objetiva póstuma de estas “moradas”, sino que asimila los principios en cuestión conforme a la perspectiva que indica Shankara en la cita anterior: la “transmigración” es tan real ahora como lo es después de la muerte humana, y está constituida por la misma diversidad de medios y fines, en contraste con aquello que trasciende toda existencia transmigratoria, es decir, el Sí Mismo inmutable.

Como se ha visto más arriba, un marco evaluativo así respecto a las Escrituras, solo está parcialmente fundamentado en los propios elementos escriturarios mismos; como el Sí Mismo, ya se conoce “ontológicamente” como propia realidad inmanente -aun cuando existencialmente esté oscurecido-, una vez que ha despertado este conocimiento uno se encuentra en posición de evaluar e interpretar las Escrituras sobre la base de un reconocimiento de esos elementos existenciales que concuerdan con la consciencia del Sí Mismo, y cuya realización constituye el propósito máss elevado de las Escrituras.

Según esto, queda claro que no solo se aducen las Escrituras en apoyo de esta evaluación de las mismas: más bien, es la consciencia del Sí Mismo -el mismísima origen y fin de las Escrituras- la que arroja luz sobre las referencias directas a la naturaleza del Sí Mismo y sobre  aquellas referencias indirectas en las que se mencionan una variedad de medios y de fines, contradiciendo aparentemente la unidad del Sí Mismo, pero que en realidad tienen como meta última la realización del Sí Mismo. Es este propósito o culminación lo que otorga valor a todo lo que conduce a ello.

Nos centráremos ahora más directamente en el texto fundamental: “eso es el Absoluto; Tú eres eso”. Tal y como dijimos anteriormente, la escucha de esta frase resulta suficiente, en principio, para iluminar al discípulo plenamente preparado, que es capaz de “alcanzar la experiencia inmediata del hecho de que su Sí Mismo es el Absoluto”[9]. Esta “experiencia inmediata” solo surge en el caso de aquellos cuya receptividad espiritual es perfecta, tanto como que no existen barreras ni en la inteligencia ni en el carácter que impidan el surgimiento de la realización de Sí Mismo o la Liberación, moksha:

Aquellas personas que están dotadas, que no están aquejadas por ninguna ignorancia, ni por un conocimiento erróneo que obstruya la comprensión del significado de las palabras, pueden tener un conocimiento directo del significado de la frase al oírla una sola vez.[10] 

Un discípulo así tiene la “experiencia inmediata” -no solo la comprensión conceptual- de que le palabra “Eso” se refiere al Absoluto trascendente, Brahma Nirguna, lo cual se designa provisionalmente como “lo Real, el Conocimiento, el Infinito… la Consciencia y la Felicidad.”[11]; y de que la palabra “tú” se refiere al Sí mismo más interior, a “aquello que se puede distinguir de todos los demás elementos de la personalidad empírica, del cuerpo, etc…., y que se descubre ser la pura Consciencia”. [12]

La frase que expresa la verdadera identidad entre el Absoluto concebido trascendentalmente y el Sí Mismo realizado inmanentemente se considera que posee un poder de realización no solo por su poder teúrgico, su origen divino, y su naturaleza sacramental, sino también debido a la relación entre su significado y el mismísimo ser del alma que la escucha: expresa directamente la mayor de las verdades, que es consubstancial a la dimensión ontológica más profunda del jiva. Como se ha visto anteriormente, el Absoluto comprende en sí mismo los elementos Ser y Consciencia de forma absolutamente indiferenciada, siendo cada elemento distinguible del otro solo en el plano de la relatividad. Asimismo, estos dos elementos del alma son indistinguibles en su centro más interior, y están aparentemente bifurcados solo superficialmente, es decir, al nivel de su modo de existencia fenoménica. La verdad expresada por la frase es así unacon la identidad más interior del alma, y posee el poder de actualizar la consciencia virtual de esta identidad en aquellas almas que están en el estado requerido de receptividad espiritual.
Sin embarco, como la abrumadora mayoría de los que buscan la iluminación no tienen la capacidad de realizar el Sí Mismo al escuchar por primera vez el texto, la cuestión de la disciplina espiritual requerida para aumentar la receptividad a esta realización asume una gran importancia. Es respecto a esta disciplina con lo que procede nuestro análisis, empezando por el ámbito de la acción.

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[1]Samkara on the Absolute. Vol. I of A Samkara Source-Book, trad. A.J. Alston, 129.
[2]Samkara on the Absolute. Vol. I of A Samkara Source-Book, trad. A.J. Alston, 146.
[3]Samkara on Enlightenment. Vol. VI of A Samkara Source-Book, trad. A.J. Alston, 96.
[4]Ibíd., 110.
[5]The Thousand Teachings (Upadesa Sahasri), trad. A.J. Alston, II,18.202.
[6]Samkara on the Absolute. Vol. I of A Samkara Source-Book, trad. A.J. Alston, 95.
[7]The Bhagavad Gita, with the Commentary of Sri Sankaracharya, trad. Alladi Mahadeva Sastry, II,18.
[8]The Thousand Teachings (Upadesa Sahasri), trad. A.J. Alston, II,1.42.
[9]Samkara on Enlightenment. Vol. VI of A Samkara Source-Book, trad. A.J. Alston, 114.
[10]Ibíd.,115,116
[11]Ibíd., 114.
[12]Ibíd., 115.