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lunes, 23 de enero de 2017

ESTADOS-ENVOLTURAS-CUERPOS





LOS CUATRO ESTADOS,
LAS CINCO ENVOLTURAS,
Y LOS TRES CUERPOS


Avinash Chandra



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sanatanadharmatradicional


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Extracto del libro titulado “El científico y el Santo” (Capitulo 5.II), en donde además de describir en un lenguaje sencillo cuáles son los llamados “estados”, “envolturas” y “cuerpos” según el Vedanta Advaita, el hace una breve descripción del proceso que sufre el ser humano ordinario tras la muerte.
  
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El pensamiento filosófico occidental se basa en el estado de consciencia «normal», es decir, el que tenemos cuando estamos «despiertos ». El estado onírico se considera no real, solo válido psicológicamente, mientras que el estado de sueño profundo, al no poseer en apariencia consciencia, es ignorado salvo en lo que a sus implicaciones fisiológicas se refiere. El pensamiento indio, por su parte, considera que el hombre tiene cuatro «estados» (avasthâ): el estado de vigilia (jagrat), durante el cual se conocen los objetos externos; el estado onírico (svapna), gracias al cual se conocen los objetos internos; el sueño profundo (susupti), en el que no se percibe ni se desea nada pero se experimenta vagamente felicidad; finalmente, turiya, «el cuarto [estado]», es Atman en su estado puro, la Consciencia Suprema. Dice la Mandukya Upanishad:  

Consideran como el cuarto aquel en el cual no se conocen los objetos internos, ni se conocen los objetos externos, ni se conocen ambos. En él no se encuentra ni una masa [indistinta] de conocimiento, ni conocimiento [diferenciado] ni no conocimiento [diferenciado]. Es invisible, no empírico, inaprensible, indefinible, impensable, inefable, es aquel cuya esencia es la consciencia de la unidad del atman, el lugar de reposo de la manifestación, el tranquilo, el benigno, el no dual. Ese es aquel que consideran el cuarto. Ese es el atman. Ese es el que se debe conocer.

El «cuarto estado» es considerado la Realidad Suprema; los otros tres tienen una realidad relativa, pues están condicionados. A los sueños se les otorga un cierto nivel de realidad, inferior al del estado de vigilia pero no radicalmente diferente de este. El estado onírico, durante el cual la mente construye mundos con apariencia de realidad, tiene la capacidad de poner en duda la realidad absoluta de las experiencias de la vigilia. Por otro lado, los sueños nos muestran que la luz de la consciencia y los sentidos no dependen del mundo exterior. «Durante el estado de sueño el atman brilla con su propia luz y se nos muestra con toda claridad », dice Shankaracharya:

 Durante el estado onírico, estando en la oscuridad de la noche con el cuerpo en reposo y los sentidos apagados vemos mundos luminosos llenos de imágenes en nuestros sueños. Incluso una persona que se vuelva ciega verá imágenes en sus sueños. Esto prueba que la luz de la consciencia no viene de fuera, sino del interior. En el estado de vigilia la luz del atman, al estar mezclada con la luz externa que captan los sentidos, no se percibe claramente, mientras que en el estado de sueño la luz del atman brilla por sí misma. Aunque las formas que veamos vengan de las impresiones latentes, la luz que ilumina esas formas es la del atman.

En cuanto al estado de sueño profundo, es curioso observar que en la India no se considera que esté desprovisto de consciencia. Cuando uno se despierta recuerda vagamente una experiencia de gozo y dice: «Dormí muy profundamente y no fui consciente de nada». ¿Cómo podría uno tener la memoria de esta experiencia de desconocimiento, en un estado en que la mente no funciona, sin que hubiera algún elemento de consciencia? Para explicarlo se cuenta la siguiente historia:

Se le ordena a un soldado que monte guardia por la noche en una determinada localidad. Al día siguiente, el capitán le pregunta: -¿Pasó alguien por la calle? -No, señor, no pasó nadie. - Y tú, ¿estabas allí? -Desde luego, señor. Si yo no hubiera estado, ¿cómo podría saber que no había nadie?52 La mente se encuentra sumergida en la oscuridad pero el testigo observa esa oscuridad. De no ser así, no podríamos saber que no sabíamos nada. El sueño profundo es la consciencia de la ignorancia, de la oscuridad. Generalmente, uno piensa que el sueño profundo representa la ausencia de consciencia. Curiosamente, tanto el Vedanta como el Samkhya Yoga invierten la expresión: el sueño profundo no es la ausencia de consciencia sino, más bien, la consciencia de ausencia.

Estos cuatro estados están en relación con las cinco «envolturas» (kosa) que «cubren» el Atman: l) el «envoltorio hecho de alimento » (annamayakosa) forma el cuerpo físico; 2) el «envoltorio hecho de prana» (pranamayakosa) es el ámbito donde circulan los pranas, las fuerzas vitales, las cuales causan la muerte cuando se retiran; 3) el «envoltorio hecho de mente (manas)» (manomayakosa), que contiene también el ahamkara; 4) el «envoltorio hecho de conocimiento» (vijñanamayakosa), formado por buddhi, el principio de la inteligencia, citta, la memoria, y los indriyas, los sentidos sutiles; y 5) el «envoltorio hecho de felicidad» (anandamayakosa); este último, a pesar de estar hecho de gozo, no deja de ser un velo que cubre al Atman puro: está hecho de la ignorancia original (avidya) que crea un centro aparentemente separado del Todo. Estas cinco envolturas se agrupan en tres «cuerpos» (sarira): el cuerpo tosco o físico (sthüla sarira), idéntico al primer envoltorio; el cuerpo sutil (suksma o linga sarira), formado por los tres siguientes, que comprende toda la parte psíquica del hombre, y el cuerpo causal (karana sarira), llamado así pues es la causa, la semilla, de la vida humana) por el último. A cada uno de estos cuerpos y envolturas corresponden otros tantos «reinos» de naturaleza similar en el macrocosmos:

Cada kosha depende del nivel correspondiente del macrocosmos para su sustento, y hay una interacción constante entre el microcosmos y el macrocosmos a cada nivel. En el nivel físico, el cuerpo (annamaya-kosha) es alimentado por la comida, el agua, el oxígeno, etc., del mundo exterior. De forma análoga, el manomaya-kosha interactúa con las otras mentes humanas a través del intercambio de ideas, información, sentimientos, etc. Cada nivel del macrocosmos tiene su propia esfera de conocimiento, y en ella todos los acontecimientos están gobernados por sus propias reglas y leyes. El nivel físico tiene su esfera de conocimiento y está regido por leyes físicas; el nivel del prana tiene su propia esfera de conocimiento y está gobernado por leyes biológicas; el nivel mental tiene su propia esfera de conocimiento y está gobernado por leyes psicológicas.

En el momento de la muerte, el cuerpo físico, del que salen los pranas o alientos vitales, se descompone en poco tiempo. El pranamayakosha, formado por los pranas, se descompone más lentamente en la cercanía del cadáver (lo que da lugar en ocasiones a «fantasmas»). Pero el resto del cuerpo sutil no muere y continúa viviendo en el mundo sutil o psíquico. Los sentidos de percepción (que durante la vida física funcionan en conexión con los órganos físicos pero que son independientes de ellos) están presentes en él, por lo cual es capaz de percepción. Tras pasar el individuo una temporada más o menos larga en los reinos sutiles que están en armonía con su naturaleza (en terminología religiosa, cielos e infiernos), el manomayakosha se desintegra a su vez y el jivatman o ser individual, formado por el vijñanamayakosha y el cuerpo causal, vuelven a tomar nacimiento en el mundo tosco, el «mundo de la acción». Tras el nacimiento, un nuevo manas y un nuevo ahamkara se vuelven a formar poco a poco. Pero el nuevo ser trae consigo el chitta (que forma parte del vijñanamayakosha), el «depósito» donde residen los samskaras y el karma, la «huella» de las acciones anteriores, lo que hace que no sea una tabula rasa. El jivatman muestra así, de un nacimiento a otro, tanto continuidad como discontinuidad. El hinduismo pone énfasis en la continuidad, el budismo en la discontinuidad. Para que no se piense que existe una substancia individual permanente, los budistas explican el proceso con la parábola de una vela que enciende a otra vela. El Buda decía: «Él partió de ahí, yo nací aquí». El Atman no es ninguno de estos cuerpos o envolturas, los cuales son otros tantos velos que lo cubren. Y ningún velo es eterno: solo el Atman lo es. La tarea del yogui es ir tomando consciencia de estos ámbitos basta descubrir que su ser real los transciende. En palabras de Shankaracharya:

Por la unión con las cinco envolturas, etc., el atman puro parece como si estuviera hecho de una cosa o de otra, como un cristal sobre una tela azul, etc.
 Hay Uno auto-existente, eterno, que es la base de toda creencia en «yo soy»--, que es el testigo de los tres estados de consciencia-jagrat, svapna, y sushupti- y que está separado de las cinco envolturas. [ ... ]El Atman, que está envuelto por cinco envolturas distintos, no se manifiesta. Así como el agua está cubierta por el musgo que surge de ella, así el Atman está cubierto por esas cinco envolturas. Pero si apartas el musgo, entonces puedes ver perfectamente el agua clara, y esta quita la sensación de sed y proporciona alivio inmediato. Así que si estas cinco envolturas son apartadas, el Atman se manifestará - puro, eterno gozo, inmutable, directo y autoluminoso--.

Hasta que no se alcanza la no-dualidad perfecta y la relación sujeto- objeto no desaparece, esta luz pura se colorea según las creencias del sujeto. El santo percibe esta Consciencia Suprema con los colores de su religión y tradición concretas.

Según el Vedanta, a través de la contemplación, la fe religiosa y la devoción, la mente se transforma en algo tan sutil y puro que es capaz de reflejar la Consciencia primordial que subyace en todo ser vivo; pero, ya que todavía es una mente, este reflejo del Ser es «interpretado » según las creencias espirituales del devoto. La mente se eleva entonces a un estado de gozo y calma poco habitual. Pero observemos que estos éxtasis implican todavía una relación sujeto-objeto, esto es, el devoto y su concepción de la Divinidad, lo que no impide que estas experiencias místicas tengan un poder de transformación extraordinario sobre todo el aparato psicobiológico del hombre.

Aunque la consciencia está presente en todas las cosas, las envolturas y velos que tiene cada persona, animal, vegetal o mineral delimitan su capacidad de manifestarse. En el sufismo, Aziz Nasafi:

El mundo espiritual es un único espíritu que se halla como una luz detrás del mundo corpóreo, y que, cuando alguna criatura particular llega al ser, brilla a través de ella como a través de una ventana. Según la forma y el tamaño de la ventana, entra más o menos luz en el mundo. La luz en sí misma, sin embargo, permanece inmutable.

Una vez que ha apartado los velos, la consciencia se encuentra en su estado puro, libre, y no necesita el cuerpo ni la mente para funcionar:

Se puede preguntar: si los órganos de los sentidos son solo los medios de conocimiento, y la consciencia es el verdadero conocedor, ¿puede la consciencia funcionar independientemente de esos La consciencia en el pensamiento de la India medios, o debe siempre depender de ellos? La respuesta es que la consciencia puede funcionar independientemente. Cuando está contaminada por la impureza (mala) y está confinada y limitada por el cuerpo, la consciencia depende de los órganos de los sentidos para conocer. Cuando alguien se encuentra recluido dentro de los muros de una casa, se necesitan ventanas para mirar afuera y ver el mundo exterior. Pero cuando uno se libera de ese confinamiento, se puede ver directamente sin ventanas ni aparatos. Similarmente, cuando el atman o la consciencia está libre del confinamiento del cuerpo, puede percibir sin los órganos de los sentidos.

Ramana Maharshi explica así, basado en su propia experiencia, la relación entre el Atman y la mente y cómo el sabio puede prescindir de esta:

El Atman es el Corazón. El Corazón es auto-luminoso. La luz surge del Corazón y alcanza el cerebro, que es la sede de la mente. El mundo se ve con la mente, esto es, mediante la luz reflejada del Atman. Es percibido con la ayuda de la mente. Cuando la mente está iluminada es consciente del mundo; cuando no lo está, no es consciente del mundo. Si la mente se vuelve hacia adentro, hacia la fuente de luz, el conocimiento objetivo cesa y el Atman brilla en soledad como el Corazón. La luna brilla por la luz reflejada del sol. Cuando el sol se pone, la luna es útil para revelar los objetos. Cuando el sol ha salido nadie necesita la luna, aunque su disco pálido sea visible en el cielo. Así es con la mente y el Corazón. La mente es útil gracias a su luz reflejada. Se utiliza para ver los objetos. Cuando se vuelve hacia el interior, la fuente de iluminación brilla por sí misma, y la mente permanece tenue e inútil como la luna durante el día.



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