SOBRE LA ESENCIA NO-DUALISTA
DEL MENSAJE CRÍSTICO
Roberto Pla
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"Cuando es llegada la hora, los muertos (vivientes) oyen la voz del hijo de Dios para ser retornados como muertos a la vida."
Este breve comentario sobre el Logion 1 del Evangelio según Tomás, nos introduce en el mensaje Crístico “oculto”, cuya esencia es idéntica a otros mensajes de la Tradición, como el transmitido por el No-Dualismo del Vedanta Advaita respecto a la meta más elevada de la vida de todo ser humano: el descubrimiento del Sí Mismo (Atman); esa 'Esencia pura que habita en nosotros'.
Extracto de “El Hombre, Templo de Dios Vivo. Exégesis oculta de la religión de Cristo”. Roberto Pla” Editorial Sirio, Málaga 1990.
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COMENTARIO
La idea expresada en este
logion constituye la esencia
del mensaje cristiano y son
muchas las ocasiones en que los
textos neo-testamentarios canónicos,
la indican con leves
variantes que aportan
buena riqueza de
matices. De estos textos hemos de servirnos ahora para el Comentario.
Sin duda, el
proceso anunciado consiste
en todos los casos en una transferencia o mutación de la conciencia
mediante la cual ésta se renueva gradualmente hasta alcanzar el
Conocimiento perfecto, o epignosis [1] . En pos de esta translación
paulatina, operada de día en día, las adherencias con las que la conciencia se
identifica –denominadas habitual y
genéricamente tendencias de la
carne [2]–, y bajo las cuales la conciencia pura, desconocedora de
sí misma, permanece
como sepultada o
muerta, son desechadas.
El conjunto de
tales adherencias es
lo que en el
lenguaje paulino se llama el hombre
viejo con sus obras [3] , el cual está
constituido por todo lo que en el
hombre es mortal, pasajero. Al
despojarse de esos
revestimientos, lo que queda,
desnudo, ante la
conciencia pura es el
Espíritu, esencia del
hombre nuevo, esto
es, del hombre que
ha pasado, mediante
este proceso de
la muerte a la vida,
ya que el Espíritu, al cual
el hombre nuevo conoce, puesto que
es él mismo,
tiene o es, Vida
eterna.
Todo esto que
decimos no sólo
es conocido por la
religión sino sospechado
por muchos. Pero
lo que el logion
afirma es que
hay una interpretación, una ciencia del conocimiento, que
una vez encontrada
conduce a culminar esa
mutación [4] de la
conciencia que equivale
a pasar de la muerte a la vida [5] y ser,
desde entonces, como muertos retornados
a la
Vida [6].
Esta no es,
por supuesto, la
vía manifiesta, sino
la oculta, esto es,
aún no manifestada
en muchos, porque tiene
por objeto la
realización -la manifestación-
del Cristo Viviente que
mora en la Cámara interior y secreta de cada uno, oculto en gracia de nuestra ignorancia y del que
Pablo habla cuando
dice: Mas si
Cristo está en nosotros… [7]
Cristo habita siempre en nosotros, y esto de habitar hay que
entenderlo en un sentido muy literal[8],
porque él –o lo que su denominación significa realmente– es nuestra esencia
pura e indeclinable, de la cual sólo nos separa, ciertamente, la espesura de
nuestra ignorancia que extiende su velo.
Encontrar la interpretación es,
en el sentido
que quiere el logion,
igual a que
en la mente
pacificada e inquisidora se abran
intersticios de silencio
que permitan la
percepción de la
Luz del Viviente.
Al principio, esta Luz
habrá de llegar
muy atenuada a
la conciencia, pero poco a poco
ese pan preparado
para que el
hombre lo coma y
no muera[9] y
amasado trabajosamente con nuestra
incansable busca de
la eternidad presentida,
se revelará como el único alimento que puede abrirnos al
Conocimiento perfecto y con él
a la intelección clarificadora de
los destellos de la
Luz verdadera.
El primer paso
que sobreviene como resultado
de esta interiorización purgativa hacia el
conocimiento, consiste en que
adviene una insospechada
capacidad para la intuición
espontánea de la
esencia pura que habita
en nosotros y
que no es
otra cosa más
que el substrato sobre
el que el
entendimiento activo y
transitorio se levanta.
Tal intuición del
Ser es una
percepción sin paralelo posible
en la esfera
intelectual y sensible de cada
uno, y se
muestra enseguida, en
su mismo acto
intelectivo, como certeza
de la esencia
propia. Esta certeza o intuición del Ser es lo que en el lenguaje de Jesús
se indica como la fe en que el Cristo universal y Viviente,
inmanente y trascendente
a un tiempo,
es la esencia única que somos.
La Vida eterna
y la vida
limitada y mortal, son los dos
polos sobre los que oscila este reconocimiento.
Por eso dice
Jesucristo: El que cree en mí aunque muera vivirá [10] . Y también dice lo opuesto: Si no creéis que
Yo soy, moriréis [11] .
Es en este sentido de identificación con todas las
adherencias mortales, o
por el contrario,
de permanencia eterna
e independiente como
conciencia pura en Cristo
viviente, por donde gira el pensamiento neo-testamentario, el cual traza una
línea meridiana que separa y diferencia las dos esferas de creer o no creer, de
haber percibido o no la
intuición del Ser,
del sí-mismo. Según se dice:
Cuando es llegada
la hora, los
muertos (vivientes) oyen la
voz del hijo de Dios [12]
para ser retornados como muertos
a la vida [13] .
En verdad, sólo los que
guardan la Palabra, primero la
esperan y luego la intuyen,
la buscan, la
aman, la perciben y, al fin,
la encuentran y la guardan. Como
es la Luz del Conocimiento que viene del Hijo, no gustaran la muerte
jamas [14] .
Ellos tienen Vida eterna y no
incurren en juicio, sino que han
pasado de la muerte a la Vida [15]. Ya no van a morir, porque
son iguales a los
ángeles; son hijos de Dios
y, por tanto, hijos de la
resurrección [16]. La confirmación neo-testamentaria es
concluyente: Entre los aquí
presentes hay algunos
que no gustarán la muerte
hasta que vean
venir con poder
el Reino de Dios [17]. De
éstos hablamos ahora.
[1] Col
3, 10. A esto
se refieren aquellas
expresiones de San Pablo
en las que incita a
despojarse del hombre viejo
y a revestirse del nuevo
(ver: 2 Co 4, 6; Ef
4, 22-24)
[2] Rm
8, 6.
[3] Col 3,
9-10.
[4] 1Cor 12, 10 ss. San Pablo expresa la consideración máxima
a lo que
él
llama
don de interpretar.
[5] 1Jn 3, 14.
[6] Rm 6, 13.
[7] Rm 8,10.
[8] Rm 8,11
[9] Jn 6,50
[10] Jn 11,25
[11] Jn 8, 24. Yo soy
(ehyeh aser ehyeh = Yo soy
el que soy), es la
denominación con
que a Moisés
se le revela
(Ex 3, 14)
el Dios de sus
padres (el Dios de siempre). Esto equivale al Conocimiento, puesto que
denominante y denominado son
una sola y misma cosa.
Al reivindicar para sí este nombre, Yo
soy, Cristo se confirma como el que es, el Ser absoluto, es decir, el
único Ser, con exclusión
de cualquier otro. No hay opción
para sugerir aquí ningún
dualismo después de
esta declaración. Cristo
es el Ser y como tal, es el Ser esencial en todo
ser viviente, puesto que El es la Vida real
y eterna, de cuyos rayos
parece vivir todo lo demás, aunque
con vida limitada y
dependiente de Cristo.
Moisés tuvo en
el monte Horeb
la intuición del Ser,
esto es, de
Cristo.
[12] Jn 5,25
[13] Rm 6,13
[14] Jn 8,52
[15] Jn 5,24
[16] Lc 20,30
[17] Mc 9,
1; Lc 9,
27. Es decir,
verán el Reino
de Dios y
ya no morirán, porque
estarán en la
Vida eterna.
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