VISION ADVAITA DE LA FILOSOFIA KANTIANA
¿Qué es la Intuición Integral?
Swami Shantidharmananda Sarasvati
*
(Capítulo inédito en castellano extraído de
“An
advaitic view of kantian philosophy”)
Traducción de Roberto Mallon Fedriani, 2015.
Kalpaz Publications, India 2005.
*
Kant y la mayoría de los filósofos occidentales aceptan la
intuición sensible o intelectual[1],
y no la intuición integral no-sensible. Debemos entender la diferencia entre
estos dos tipos de intuición.
La mayoría de nuestras percepciones y perceptos están
gobernados por los caracteres de nuestra sensibilidad y por el entendimiento.
De hecho, “lo que somos” afecta grandemente nuestras formas de conocer y de
entender. Siendo así, no podemos estar de acuerdo con Kant en que la actividad
filosófica se debe abandonar por tratarse de una empresa vana por parte del
hombre debido a que el carácter de los sentidos y de la mente difiere de hombre
a hombre. Kant, demasiado preocupado con los poderes de conocimiento
individuales, trata de despachar la metafísica sobre la realidad última dándola
por algo totalmente imposible. El planteamiento de Kant es que como el
conocimiento está limitado a las categorías perceptuales de la
sensibilidad y a las categorías conceptuales del entendimiento, es imposible
que tengamos incluso algún conocimiento de Dios.
En efecto, no podemos tener una metafísica de la realidad
que sea satisfactoria si nuestra única ayuda son los sentidos y la razón, pues
es verdad que el conocimiento que así obtenemos es empírico y limitado, y está
confinado en las categorías de la sensibilidad y del entendimiento, de las que
nadie puede deshacerse. Por consiguiente, como la intuición sensible cae
también dentro de la misma categoría, tampoco nos puede proporcionar resultados
concluyentes. Sin embargo, este problema no surge en la filosofía de los santos
orientales. Para ellos la “filosofía” es la incorporación dentro de la razón de
la sabiduría intuitiva integral acerca de la Verdad tal y como es, y ello
porque el Absoluto no es una cosa que pueda ser coloreada por las funciones de
los sentidos y del entendimiento, y no depende de ellos para su existencia
-como lo hace el mundo- sino que el Absoluto es el pre-supuesto mismo de los
sentidos, el entendimiento y la razón. Es necesario enfatizar aquí que la
Filosofía no es el logro de la Razón que camina independiente desprovista de
ayuda acerca de la intuición no-dual, sino que es la articulación racional de
lo Supra-Racional concientizado en la esfera de la Intuición Integral. Dios, la
libertad, la inmortalidad, etc., no son objetos de la razón pura desprovista de
auxilio y que la razón deba establecer de forma independiente, sino que
representan la meta más elevada que la razón debe evidenciar basándose ella
misma en la experiencia de los Sabios -tal y como se expone en las Upanishad.
Para Kant las realidades metafísicas solo son principios reguladores que no
pueden ser evidenciados por la razón, pero para los Sabios de Oriente esto es
así únicamente cuando la realidad es bifurcada en los objetos de la razón y en
los de la intuición sensible, no tomándose así como una totalidad. Sin embargo,
cuando la razón extrae inspiración de la experiencia no-sensorial y respira el
aire de la Intuición Integral, entonces lo que afirma no es meramente un
“principio regulador”, sino que en vez de ello representa lo que es Real en el
sentido más elevado. Por tanto, la Realidad que establece la filosofía debe
experimentarse en el estado de meditación profunda, allí donde la Consciencia y
el Ser se hacen uno. Esto no consiste en ningún tipo de “comunión”, sino
simplemente en serlo. Así pues, respecto a la consciencia
universal no se trata de algo que sea comparable a la relación sujeto-objeto: o
bien se experimenta plenamente en la unión no dual, o no se conoce en absoluto.
Los sentidos, el entendimiento y la razón son instrumentos que carecen de
ningún poder de cara a intentar comprender perfectamente su naturaleza o a
realizarla en forma de experiencia, porque en la Realización del Ser Supremo
(la Supra-Consciencia Absoluta No-dual) la mente del individuo es trascendida
por completo, junto con todas sus categorías dualistas.
La mente no tiene ninguna de las características de la
Realidad. Su naturaleza es a la vez no-consciente y no-universal. Es una
evolución no consciente, débil y objetiva, que actúa como instrumento del
individuo en la percepción del mundo exterior, que es de naturaleza física. Por
su propia naturaleza solo conoce aquello que está en contacto con ella o
aquello que ella presupone. De aquí que cualquier cosa que sea conocida para el
ser humano dentro de su mundo empírico no tiene ninguna utilidad en el ámbito
de la consciencia trans-empírica. Los objetos de los sentidos se funden por
decirlo así en la esencia constituyente del Absoluto; el espacio, el tiempo y
la causalidad, la materia, la energía y los objetos, se desvanecen a la luz de
Su experiencia prodigiosa. El Absoluto del que se discute en Filosofía no es un
objeto de consciencia, sino que es lo que la consciencia misma es en su
naturaleza esencial real. Siendo así, la Intuición Integral en Filosofía es el
único camino hacia la Realización de la Consciencia Absoluta a través de los
distintos estadios de la consciencia relativa.
La naturaleza de la Intuición Integral no sensible
Este tipo de Intuición no es mental o intelectual, ni
siquiera es de tipo místico, sino que es metafísica, pues la Intuición es el
acto de aprehensión directa de la consciencia. Es ese poder que se experimenta
en la esfera más elevada de la mente y que percibe la verdad de las cosas
inmediatamente, independientemente de la sensación, del razonamiento, de la
inducción, la deducción o de cualquier otro tipo de mediación. Así pues, la
Intuición es la aprehensión no mediada realizada por el sujeto respecto de la
propia esencia, de la realidad de sus estados conscientes, de otras mentes, de
otros objetos en el mundo, o de los universales abstractos. Trasciende toda
mediación (sentidos, mente, intelecto, razón, etc.) y constituye el completo
florecimiento de la perfección en todas las facultades inferiores. ¡Recuerda!
La Intuición no es la inspiración. La primera es conocimiento en su totalidad
de lo conocido, mientras que la segunda es simplemente una experiencia mental
causada por la transmisión de cualidades de una consciencia superior a la
mente.
La Intuición es una toma de consciencia activa del Sí Mismo
interior, inmortal y pleno de felicidad. Es el ojo por el que cualquiera puede
experimentar incluso las cosas de tipo abstracto-el Alma omniabarcante,
auto-luminosa, la Realidad Pura. Esta es la “piedra de toque” de la Filosofía.
Este es el único método de discernir la Verdad a fin de alcanzar la Realización
del Sí Mismo. Es la fuente última de todas las pruebas de conocimiento. Todos
los demás instrumentos de conocimiento –percepción sensorial, inferencia,
testimonio verbal, etc.- solo nos proporcionan un conocimiento indirecto. La
revelación directa más elevada viene al Sí Mismo únicamente por medio del Sí
Mismo, independientemente de instrumentos externos (incluyendo el órgano
interno oantahkarana) y todos los demás accesorios necesarios en el
conocimiento empírico. Los secretos más profundos de la Naturaleza y la esencia
más interior de la aseidad del universo, solo se pueden conocer por medio de la
Intuición en la que no hay involucrado ningún proceso, sino que la aseidad del
objeto conocido se experimenta como el contenido existencial de la consciencia,
ya que la inmediatez de la percepción intuitiva es distinta de la no-mediación
aparente de la percepción sensorial. El conocimiento en los estados vigilia y
de sueño es conocimiento por medio de un proceso, y requiere una relación entre
el conocedor y lo conocido. Pero en la Intuición el objeto de conocimiento no
existe fuera como algo ajeno a ello; queda asimilado dentro de la constitución
del conocimiento mismo, al igual que ocurre en un sueño. Por medio de la
Intuición estamos seguros del significado interior, de la esencia interior y
del significado de las cosas de carácter sobrenatural en la estructura del universo
así como de su causa-naturaleza y/o también de su ignorancia. Así pues, la
Intuición posee también distintos grados dependiendo de la esencia del objeto
conocido. La forma más elevada de Intuición es el reconocimiento del Sí Mismo
por Sí mismo en todas las cosas, viéndolas como una manifestación superpuesta
en el Sí Mismo, y de este modo la No Dualidad del Sí mismo. En las Escrituras
se habla de cuatro estadios principales: 1. Dios morando en todas las cosas, 2.
Todas las cosas están en Dios, 3. Todas las cosas son Dios, y finalmente, 4. Yo
Soy Dios, el Puro Sí Mismo, la Realidad Absoluta. Es así como Platón ha dicho
correctamente que la Intuición es una conversación del alma consigo misma.
Con frecuencia se llama intuición a determinadas experiencias
que son más bien “inspiraciones” que Intuición verdadera. El poder creativo de
la mente subconsciente es tal que a veces la actividad racional de la mente se
desplaza por debajo del nivel subliminal, pudiendo con frecuencia continuar
mucho más profundamente por debajo del umbral de la consciencia en el estado de
sueño. La mente produce formas terminadas de raciocinio así como soluciones. La
actividad más elevada de la mente es un funcionamiento inconsciente de
expresión del alma que está detrás de toda función mental. Los
movimientos de la mente no permiten la voluntad consciente, excepto en la forma
limitada en la que se manifiesta, y no toleran ninguna intromisión ni siquiera
de parte de la razón. Pero la Intuición, tal y como se desarrolla en el campo
espiritual, amplía el campo de la razón y posibilita la voluntad consciente en
su más alto grado, y en todas las direcciones. En la forma inferior de
intuición un proceso de percepción supra-sensorial puede llevar a cabo una
distinción superficial entre el conocedor y lo conocido, pero esta distinción
de conocimiento no es muy diferente, ya que en realidad es parecida a la
diferencia que se observa entre las distintas partes del objeto y/o a la que se
lleva a cabo con carácter práctico entre el conocedor y lo conocido. Pero en la
Intuición, el hecho de la asimilación de la existencia del objeto dentro del
conocimiento, abole toda distinción real; y en las formas más elevadas de
Intuición este flujo de conocimiento hacia un objeto incluso cesa, pues aquí el
objeto se conoce en su verdadera naturaleza, siendo en última instancia, uno
con el Absoluto.
Como ya se ha visto antes hay una gran diferencia entre la
inspiración, las formas inferiores de intuición, y las forma más elevadas de
intuición. De modo similar, hay una gran diferencia entre la intuición
intelectual y la intuición supra-sensorial, pues hay también una gran
diferencia entre el intelecto y la Intuición misma. En el análisis intelectual
la verdad es distorsionada y falsificada en alguna medida, ya que aquí la
existencia se separa entre el sujeto y el objeto. Sin dualidad no hay función
intelectual, y con dualidad no puede haber ningún conocimiento de la Realidad.
El intelecto rompe la unidad del Ser en un sistema de términos aislados y
de relaciones. El predicado se diferencia del sujeto y después es encajado en
el sujeto mismo haciéndolo un adjetivo de éste último. La existencia unitaria
es entonces dividida en un aspecto primario y en uno secundario causando con
ello la falsa percepción. Cualquiera que sea la extensión del predicado de una
proposición lógica, no puede tratarse más que de conocimiento empírico,
pues es conocimiento por medio de la división -y no unión- entre el sujeto y el
objeto. Un agregado compuesto de un número infinito de particulares no nos
puede proporcionar el conocimiento del Absoluto. Los sentidos, los
sentimientos, el pensamiento y el entendimiento, junto con la perturbación,
están todos por debajo del nivel de la Intuición. En todo proceso físico, el
conocimiento adopta la forma de una relación artificial del predicado respecto
al sujeto; pero en la Intuición no hay predicado adjunto que se requiera para
cualificar el sujeto, pues es conocimiento de la existencia en esencia.
Actualmente, los poderes de conocimiento del Hombre no están adaptados para
comprender la Realidad, pues la propia consciencia se ha acondicionado a si
misma a comprender el mundo en términos de tiempo y espacio. Si fuese liberada
de esta incesante ocupación en la percepción del mundo exterior y se concentrase
sobre un mundo de noúmenos, trascendería el tiempo y el espacio y se adaptaría
a sí misma a la percepción de aquellos de forma especial. Solo la Intuición es
capaz de captar juntos los diversos particulares y categorías para formar una
totalidad armoniosa y así posibilitar que el Sí Mismo entre por las puertas de
la Realidad. Pero el intelecto y la intuición en realidad no se oponen el uno
al otro, porque el intelecto se eleva y se universaliza en el estado purificado
de la Intuición. La Intuición no niega la percepción intelectual, sino que la
transfigura en una percepción de mayor calidad. El propósito del intelecto se
completa con la iluminación de la Intuición. Lo que el intelecto activa es
únicamente el entendimiento, mientras que lo que el intelecto gana con la
Intuición es sabiduría práctica. El intelecto funciona sobre el supuesto
erróneo de que los resultados conseguidos por el proceso de distinción entre el
conocedor y lo conocido son plenamente fidedignos. Sin la creencia en esta
diferencia no puede haber lógica, y sin esta diferencia no hay verdad o
realidad. La síntesis completa del verdadero conocimiento sería una unión de
los principios en donde el intelecto se ve superado, donde la razón descansa
por encima de sí misma, y donde las diferencias son clausuradas. Hasta
que, o a menos que, una persona esté insatisfecha con su bajo nivel de
consciencia humana, no puede alcanzar este tipo de conocimiento puro. Pero el
impulso moral que hay en todos por alcanzar la perfección, por alcanzar la
liberación, indica la existencia de algo de ese conocimiento que no está
limitado de ningún modo. Esta aspiración solo se puede satisfacer en la
experiencia no-mediada del Sí Mismo por medio de la intuición supra-sensorial.
En asuntos trascendentes, como lo son la existencia de Dios,
la unidad del mundo y su carácter ilusorio, la inmortalidad del Alma, la
no-dualidad, etc., los pronunciamientos del intelecto nunca pueden estar libres
de los defectos de los conceptos erróneos y las dudas, pues está enraizado en
la dualidad. De modo similar, ni la lógica deductiva, ni la inductiva, ni
tampoco la pura razón sin ayuda o la razón discursiva, pueden alcanzar los
portales de la Realidad, pues están preocupados con objetos que son imaginados
fuera del Sí Mismo, y están relacionados externamente con el conocimiento. Por
tanto, los sentidos, la mente, el intelecto y la razón -todos ellos en busca de
la verdad- siempre tendrán que ser guiados por el pronunciamiento de la
Intuición, pues la naturaleza de éstos es la de aquel que se mueve a lo largo
de un precipicio del que con frecuencia cae en el error, lo que en definitiva
prueba su propia perdición. Por el contrario, la Intuición en sus mayores
logros no es conocimiento del Ser, sino conocimiento como Ser / Siendo.
El conocimiento del Sí Mismo es la cumbre de la percepción intuitiva, que es
inseparable de la de la propia existencia. Sin embargo, no hay que malentender
que la más elevada Intuición es el conocimiento de uno mismo, o que el
conocimiento de uno mismo es un producto de la Intuición, pues solo el
conocimiento de uno mismo (del Sí Mismo) es el único conocimiento verdadero y
directo. Todo lo demás es racional, mediado, inferencial, y presupone las
características del conocimiento tal y como se logra en la intuición, pues es
la luz del Sí Mismo la que destella y eclipsa todo conocimiento adquirido por
el hombre en este mundo. La posibilidad de una intuición tal y del conocimiento
intuitivo se demuestra en la aceptación metafísica de la Absolutidad del Sí
Mismo, pero nunca debemos equiparar la Realización de Sí Mismo con la Intuición
o con el conocimiento intuitivo en el sentido de cualquier tipo de percepción,
aun cuando se tratase de la percepción más elevada, pues la Realización del Sí
Mismo es el Ser en Sí Mismo.
La Intuición proporciona una visión completa y concreta de
la Realidad, mientras que el intelecto proporciona un conocimiento parcial,
abstraído de la realidad. La Intuición revela la interrelación cósmica de las
cosas antes de revelar la Realidad, mientras que el intelecto proporciona un
cuadro estático de objetos aislados. La Intuición de la Realidad es en verdad
omnisciencia, y la omnisciencia es a la vez omnipotencia. Esto es alcanzar la
existencia, el conocimiento y la libertad en su totalidad. Al ser la verdad -y
no el error- la esencia del Hombre, el error es una aberración del propio Ser.
Por tanto, la ley de la perfección, en general, está en relación y en
consonancia con la perfección interior del individuo. Así pues, el individuo y
el universo no son dos realidades, sino una sola en su substrato.
La inspiración, la revelación, la visión interior, la
intuición, el éxtasis, la visión divina y la felicidad suprema son los siete
planos del conocimiento. Hay cuatro fuentes de conocimiento: el instinto, la
razón, la intuición, y la supra-intuición. El instinto se ve en los pájaros,
los animales, las plantas y en la gente mundana ignorante. La razón es superior
al instinto, y solo se encuentra en los seres humanos -allí donde el ego
interfiere con el juego divino- pues colecciona hechos, generaliza, razona
desde la causa al efecto -y viceversa- , de las premisas a las conclusiones, de
las proposiciones a las pruebas; concluye, decide, y emite juicios. La
intuición (mental o intelectual) es mejor que la razón, pues nos conduce sin
peligro hasta las puertas de la Intuición no sensorial; así como la razón pura
conduce a la intuición. La Intuición no sensorial conduce a la percepción
directa de la Verdad; allí las cosas se conocen por sus esencias a través de un
destello. Así pues, este tipo de Intuición trasciende tanto la intuición
intelectual como la razón pura, pero nunca las contradice hasta que -o a menos
que- vayan en contra de la Realidad. El conocimiento de las limitaciones de la
razón y de la intuición intelectual es prueba de que hay un conocimiento que
trasciende a ambas, porque el conocimiento de las cosas dentro de determinadas
fronteras implica el conocimiento de aquello que está más allá de esos límites.
Las aspiraciones hacia el conocimiento infinito y el impulso hacia la
perfección, hacia la paz total, hacia la libertad total, hacia la felicidad
total, etc., apuntan a una experiencia que está por encima de todas las cosas
conocidas por el hombre. Esa experiencia no es otra que el Conocimiento del Sí
Mismo, también llamado Supra-Intuición. Una vez que se ha alcanzado, uno
sentirá el Absoluto por sí mismo en los objetos del universo. El conocimiento
de la verdad es en sí conocimiento perfeccionado; es
Existencia-Conocimiento-Felicidad, que es la forma de uno mismo. Esta
Supra-Intuición es la clave dorada hacia la gozosa bienaventuranza. Por medio
de una Supra-Intuición así, y que es llamada Intuición Integral en el método
del Sanatana Dharma, uno se Libera de la Ignorancia y se establece en el Sí
Mismo. Esto es la Liberación.
[1] N.
del T. “Kant empleó el término 'intuición' (Intuition, Anschauung) en varios
sentidos: intuición intelectual, intuición empírica, intuición pura. La
intuición intelectual es aquel tipo de intuición por medio del cual algunos
autores pretenden que se pueden conocer directamente ciertas realidades que se
hallan fuera del marco de la experiencia posible. Kant rechaza este
tipo de intuición. El tipo de intuición aceptable es aquel que tiene lugar
"en tanto que el objeto nos es dado, lo cual únicamente es posible, al
menos para nosotros los hombres, cuando el espíritu ha sido afectado por él de
cierto modo". Según Kant, los objetos nos son dados por medio de la
sensibilidad, y sólo ésta produce intuición. La intuición es empírica cuando se
relaciona con un objeto por medio de las sensaciones, llamándose
"fenómeno" al objeto indeterminado de esta intuición. La intuición es
pura cuando no hay en ella nada de lo que pertenece a la sensación. La
intuición pura tiene lugar a priori como forma pura de la sensibilidad "y
sin un objeto real del sentido o sensación". Kant habla a tal efecto del
espacio y del tiempo como intuiciones a priori, o formas a priori de la
sensibilidad. Mediante estas formas es posible unificar las sensaciones y
constituir percepciones. Sin embargo, la intuición no basta para el juicio.
Éste requiere conceptos, los cuales son producidos por el entendimiento. Es
fundamental en la teoría kantiana del conocimiento la tesis de que "los
pensamientos sin contenido son vacíos; las intuiciones sin conceptos son
ciegas". Diccionario de Filosofía, Jose Ferrater Mora.